Hoy vengo a hablar de los arquetipos del ciclo menstrual. Y lo hago siguiendo una serie de post que he escrito para ti, basados en lo que yo considero un “Plan de amor cíclico”, que puedes ver aquí. En el anterior post te hablé de la importancia de reconocerte cíclica (Si no lo leiste puedes leerlo ahora aquí) y de tus fases, hoy vengo a complementar esa información con una parte muy especial.
¡Que lo disfrutes!
Los cuatro arquetipos del ciclo menstrual nos ayudan a comprender que no estamos solas en esos cambios profundos a lo largo del mes, que no es algo únicamente nuestro, sino que hay ciertos aspectos inconscientes de este proceso hormonal compartidos por todas las mujeres a lo largo de toda la historia.
Y es que según Carl Jung (psicoanalista clave y fundador de la escuela de la psicología analítica): los arquetipos son imágenes ancestrales que también forman parte del inconsciente colectivo. Son las formas que se les da a las experiencias y recuerdos de nuestr@s antepasad@s, y a la vez, la forma que desarrolla cada individu@ a través de la influencia de su contexto sociocultural. En definitiva, son representaciones mentales comunes que pueden ser legadas por nuestr@s generaciones pasadas y que tod@s sentimos, a través de las cuales podemos interiorizar ciertas actitudes.
En el ciclo menstrual, los cuatro arquetipos corresponden a las cuatros fases hormonales que ocurre a lo largo del mes en los cuerpos menstruantes. Por supuesto, cabe recordar que las hormonas son una base fundamental para conocer nuestros cuerpos, cómo reaccionan, cómo se expresan, desde dónde partimos… Es la química de nuestro mapa de autoconocimiento, que como bien sabes (y repito sin cansarme), es nuestro ciclo menstrual. Pero no todo se queda ahí. A eso se le suma toda “la parte heredada”, esos “patrones” de pensamiento colectivo que nos ayudan a interpretar ciertos roles, pensamientos y emociones “comunes y sociales”. Roles que marcan ciertas conductas.
Y a su vez, desde mi punto de vista, una fusión de ambas partes (y de mucho más): nuestros sentires.
Así, al igual que nuestro ciclo se divide en cuatro fases, esas mismas fases corresponden con cuatro arquetipos principales. No son los únicos, es decir, desde mi experiencia somos muchos más… Ni son verdades absolutas, pero ayudan a seguir recordando unas bases de conocimientos que pueden inspirarnos y ayudarnos a profundizar en nuestros cuerpos y experiencias. ESO ES LO IMPORTANTE. Siempre.
Porque no tiene ningún sentido hablar solo de la teoría y no llevarlo a la práctica…
Cada cuerpo es un mundo y donde yo veo 4, 8 o 90 mujeres en mí (arquetipos), quizás tú ves 2, 5 o 20… Y otra hermana ¡ninguno!
Tu experiencia, nuestra experiencia, y el habitarte y habitarnos desde el cuerpo, reconociendo esa aprendizaje propio y transformando todo conocimiento en ti, en nosotras mismas, es la clave para conocerte única, cíclica y cambiante.
Además, recordando esto, es importante tener presente el mundo externo donde vivimos. Que no es fácil, que no ayuda… Y que creo que, realmente, para conocernos en profundizad desde esta perspectiva cíclica, no solo debemos conocer o crearnos una teoría o un conocimiento acerca de nuestras hormonas y de nuestro compartimiento biológico; sino que debemos observar nuestro alrededor, nuestras circunstancias externas, y tener muy presente nuestro contexto antropológico. Si no lo hacemos, creo que este conocimiento cojearía y solo tendríamos una teoría que nada tiene que ver con nuestros cuerpos reales.
Bueno, todo eso que te brindo puedes seguir cuestionándolo, investigándolo y hacerlo propio. Respira tranquila si no te encuentras aquí, si todavía no reconoces a esas mujeres en ti o si esto no va contigo…
Y ahora… ¿Hablamos de los cuatro arquetipos principales cíclicos?
¡Allá vamos!
Permitirnos conocer nuestro ciclo menstrual en profundidad, observándolo, analizándolo, investigándonos… Nos ayuda a entender que esos cambios hormonales o físicos, también tiene una serie de características que en conjunto, parece que fuéramos distintas mujeres en un solo cuerpo… Aunque éste, nuestro cuerpo, varíe en ocasiones tantísimo que ni nos reconocemos en él.
¿Y si tuviéramos la oportunidad de ser distintas mujeres en un cuerpo cambiante, también?
-La arquera o Mujer flecha:
Es la mujer que aparece en tu fase preovulatoria, es decir, tras la menstruación y antes de la ovulación. Es enérgica, dinámica, expresiva, independiente y llena de frescura. Tiene mucho de mental, porque nuestra cabeza va muy rápido en esta fase. Es una mujer que se come el mundo, que necesita de actividad y consigue hacer muchas cosas. Por eso, aunque se conoce de distintos nombres, yo la llamo “la arquera o mujer flecha”, porque en mi la reconozco directa, con los objetivos mentales claros, rápida y segura, como una guerrera.
Claro, eso cuando se siente bien, en equilibrio… Sino, como todo, tiene su doble cara. “La cara oscura de la luna”. Y aparece cansada, dispersa, haciendo cosas (en general) sin orden o acabado. Perdida en decisiones, sin encajar socialmente (a pesar de ser una etapa muy social y “productiva” en ese sentido), actuando desde la niña herida…
-La Nutridora:
Mujer que acoge y crea puentes. Corresponde con la fase de ovulación.
Es de energía suave, acogedora, empática. Atenta, detallada, cuidadosa… Me gusta llamarla “nutridora” porque siento que eso es realmente lo que hace: nutrir, sostener, acompañar, y amar… Cuando está en equilibrio, cuando se siente bien, está muy ligada a la MadreTierra, a los ciclos de la vida, a la apertura y a la creación, y maneja en sus huesos y en la piel el poder que da eso (al menos yo la he experimento así) : mujeres creadoras y destructoras al mismo tiempo, en equilibrio, sin dolor, ecuánime.
Pero en desequilibrio, puede sostener demasiado a otr@s, cuidar, estar siempre atenta de más a otr@s olvidándose de sí misma… Desde la mujer “encadena” al rol de los cuidados o a esa mirada de la “feminidad” que se nos ha impuesto desde el patriarcado.
Durante esta fase y a lo largo de los siete años que llevo investigándome y experimentando esta “ciclicidad consciente”, en esta fase de mi ciclo veo/siento/vivo a varias mujeres en mí que varía según las circunstancias que viva en ese momento.
Así en ella está también: la mujer sexual, la mujer araña y la mujer montaña.
Todas las estoy compartiendo contigo en las sesiones individuales de terapia menstrual*
–La Chamana o Mujer Medicina:
Para mí es un arquetipo fundamental y que necesita socialmente ser muy recordado. Pues corresponde a la fase premenstrual (después de ovular y antes de menstruar), tan odiada, maltratada y debido a su alto poder, menospreciada por el patriarcado y este sistema que nos odia cíclicas y nos controla menstruando.
Hemos olvidado el poder, la sabiduría y el misterio de esta mujer que somos. Que tiene mucho del arquetipo de la Mujer Salvaje….
Es una mujer poderosa, que grita en ocasiones cuando el cuerpo duele, cuando no es escuchada. Entonces, se convierta en esa “cara oculta de la luna”, destructora, llena de rabia, que hace un “popurrí” de todos los dolores que vivimos en el mes. Dolores emocionales/espirituales que han ido surgiendo de la arquera, la nutridora… Y que, si no son escuchados esos mensajes, esos dolores, esas voces, seguirán hasta la última de nuestras mujeres (o primera, porque recuerda que esto es un círculo): la bruja. La etapa menstrual, con ese dolor profundo de la sangre….
Me gusta llamar a esta mujer, Mujer Medicina, porque tanto si está en equilibrio como si no, nos muestra el mensaje profundo de nuestro cuerpo y de nuestro ser. Es, desde mi punto de vista, la que tiene la unión de nuestras (mínimas) cuatro mujeres y todo el Ser profundo y hermoso que somos.
Si está mal, si no es escuchada o si tiene (o tienen las otras mujeres) algo pendiente, ella se expresa a través de la ira, de emociones en constante cambio, desde una vulnerabilidad difícil de sostener… Nos habla cuando por ejemplo estamos en grupos, de no ser suficiente; o cuando nuestra madre nos dice algo, de lo poco que nos quiere, etc. Nos recuerda el dolor, así, sin miramientos. El dolor profundo, el enquistado, el que no se escucha o se atiende por miedo a salir de nuestros límites conocidos… Por miedo a caernos más y más en la sombra.
Es la que vives cada vez que tu ciclo “se para” y no continúa, cuando tu sangre no llega y sigue contando los días… Cuando existe el bloqueo.
¿Qué quiere decirte esa mujer? Reconocerlo solo depende de ti…
Pues es Ella quien tiene ese lado más espiritual y profundo, que une cielo y tierra.
Sanadora, enraizada y espejo de toda nuestra potencialidad que es medicina y nadie más puede darnos.
En cambio, si está conectada y equilibrada en una mujer que se permite escuchar el dolor, o que profundiza en los mensajes de esos cambios emocionales, y se deja ser, reconociéndose, habitándose, tratándose bien… Es una mujer con mucha capacidad de visión, de transmutación y alquimia. Si es así, ésta nos permite avanzar en caminos muy muy muy conscientes, deliciosos y llenos de herramientas para gozar del Ser espiritual que somos, en comunión con el Todo. Sin máscaras, sin trajes inventados… desde la naturalidad innata de SER.
En definitiva, Ella nos prepara para el camino rojo: la sangre menstrual.
Si no se la escucha, será como la Diosa Kali, destructora, y hará que esa sangre te duela. Y el alma pese mucho…
Pues es ella la última de tus mujeres… para volver a empezar con
-La bruja roja:
Mujer de silencio, de cueva, de quietud. Es la que aparece en tu sangre menstrual, cuando ya coloreas tus bragas.
Es el comienzo. La que inicia y el resumen físico (sobretodo), pero también emocional y espiritual de cómo han estado todas y cada una de las mujeres de tu mes. No sólo éstas cuatro… TODAS. Aquellas que sólo tú sabes cuántas son… Y las que también te unen a las mujeres de tu árbol: tu linaje femenino.
Pues es Ella, siendo escuchada y respetada, la que descansa el cuerpo para terminar de colocar, limpiar y soltar dentro, ahí dentro, en ti, todo lo aprendido en ese mes de cambios.
Es quien “ajusta” todas esas percepciones, visiones, emociones y pensamientos a la realidad y decide qué hacer con ellas… Eres tú, en tu cuerpo limitado, quizás dolorido, vulnerable, de animal mamífera.
Y por supuesto tú decides si darle descanso y dejarla hacer en su “brujería”, que no es más que la sabiduría innata, ancestral y mística que trae la sangre…
O si le “cortas” e interrumpes, sin escucharla, con una vida “normal”, con esos ritmos frenéticos que sigues a lo largo del mes como si tu fueras un ser lineal en este mundo cíclico… Sin escucharte, sin haberte, sin comprenderte, sin permitirte…
A veces con una pastilla frente a su mensaje de dolor, de no autocuidado, de no autoescucha… Silenciando lo que tu cuerpo, tus hormonas, tus emociones, tus tiempos y mujeres te están pidiendo….
Deseo que las descubras en ti.
Que te vivas libre, reconociéndote en todas y cada una de tus mujeres y sus curvas y sus caras…
Que toda esta información la lleves al cuerpo, a tu propio mapa, a tu templo sagrado: único, especial, mamífero y cíclico. Porque de nada serviría que todo esto solo fueran palabras para ti, sino descubres que su intención es crear un puente para que esa sabiduría cíclica que guardas en ti, en tu memoria, en tu piel, en tu útera, salga, se exprese, sin miedos, sin estructuras de otr@s… Solo tú y tus mujeres. Tu ciclo y tu mapa.
Gracias por formar parte de esta historia, por leer esto y hacerlo tuyo.
Con Amor,
Rose
En mi día 13, Mujer Nutridora.
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Ven que te cuento más aquí.
*Todas las imágenes son de La Tribu Lunera. Y están bajo licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.