Sanar nuestro linaje femenino

Adentro nuestra, no solo vivimos nosotras sino todas nuestras ancestras.

 

6d7b639a792a6011618ff7bdc3a9e225.jpg

 

Las mujeres nos formamos a través de una línea muy fina, una cadena rubí que traspasa el tiempo, los límites y todo lo conocido y nombrado.
Tú te formaste en el útero de tu madre, y ésta se formó en el útero de tu abuela, y tu abuela en el de tu tatarabuela y ésta a su vez en tu tatatarabuela… Y así hasta el principio de la Vida. Todas unidas por ese hilo rubí que se une a su vez con todas las mujeres de la Tierra. Una espiral que nos lleva al centro mismo de la creación y recreación, al Templo sagrado:  nuestra útera.

Las mujeres que fueron antes de nosotras forman nuestra memoria celular y espiritual oculta; así como también los miedos, ciertos poderes, patrones de conductas que se repiten y forman parte de la sombra, y el inconsciente que guardamos bien hondo, muy adentro, donde apenas se escucha.

Conectar con ese profundo legado (que no es malo, ni bueno, sino cargado de identidad, poder e historia) es vital para sanar todas nuestras heridas y dejar partir aquello que no es nuestro.

Pero entonces, ¿cómo podemos sanar nuestro
linaje materno?

Lo primero de todo, tomando consciencia de que tú eres la parte viva de ése linaje.
A través de ti, se manifiesta la memoria celular de las mujeres de tu árbol.
Eres el vínculo vivo y su presencia.
Tienes la oportunidad de conocerlo, aceptarlo y cambiar todo aquello que no quieres.

Nuestro linaje matrilineal llora en nuestro propio cuerpo todas aquellas tristezas, violencias, abusos, dolores que cada una de sus mujeres no pudieron sanar… Todo aquello que no supieron darle lugar, que fue impuesto, que no fue reconocido ni aceptado. Todo aquel miedo… Tanto silencio de siglos de violencia e imposición.
En el útero de nuestra madre no solo nos gestamos físicamente. Ella es nuestra creadora y desde el útero  mamamos cuanto ella sentía, todas esas emociones, miedos, dudas… que vamos adquiriendo como nuestras. Conforme crecemos podemos ir soltando algunas de ellas, pero gran parte de éstas se quedan muy hondo en nosotras, en nuestra memoria primitiva.

Así, expresar cómo te sientes, qué te duele dentro cuando hablas de tu madre o de tu abuela, dar lugar esas emociones, contarlas, sacarlas a fuera, ayudará a reconocer ésa carga, esas emociones que anundan y dañan, y romper con ese silencio. Ayudará a darte visión, a romper patrones de conductas abnegadas y contradictorias, de sacrificio y abandono a una misma. Te ayudará a empezar a reconocer y nombrar todo aquello que te duele, que no conoces pero te molesta, que es herida, miedo, dolor…

Desde ahí, nuestro caminar comienza distinto, rompiendo patrones, cargas y límites, creando dicha, libertad y oportunidad de cambio…
¡Pura vida de sanación y gratitud! Porque pese a todo y aunque quizás no lo creas, tras eso también podemos agradecer y honrar nuestro linaje y sentir bien, y cerca, a todas esas “Mujeres de nuestra casa”.

¿Cómo se hace eso, dices?

Reconociendo la importancia de la menstruación y de la sangre menstrual.

¡No tires tu sangre a la basura! ¡Siémbrala!
Devuélvela a la Tierra, Madre originaria, creadora de esa espiral uterina de la que hablamos. Pues es la sangre menstrual la conexión con nuestro linaje, la vida, la Tierra, nuestro poder más profundo. Algo que nos ayuda a empezar de nuevo otro ciclo, renovarnos, limpiar, elevar…
El hierro que tiene nuestra sangre puede ayudar a las plantas, la tierra, los árboles…
Puede generar vida a través de tantas células madres.

Haciendo ésto, este ritual espiritual de sanación y conexión, primeramente nos hará romper con tabúes y patrones de dolor físico, que nos hacen creer que nuestro cuerpo es sucio, que la sangre es asquerosa o que menstruar no nos deja hacer una vida “normal”. Eso, nos hará entrar en un estado de consciencia y conexión muy profunda y mágica, rememorando la sabiduría alquímica menstrual femenina, echando raíces, abriendo canal a otros espacios intuitivos, y haciendo que todas las heridas energéticas y emocionales puedan irse, sembrarse en la tierra para florecer desde la vida.
Nuestra útera, en ese momento cíclico de introspección y magia, irá limpiándose y honrando esa sangre que podría dar vida humana a un Ser.

4585cd5e8ad25a2e3a808b1daf560944
Foto: Natalia González

Sembrar nuestra Sangre Menstrual es sanarnos y sanar la relación con nuestro linaje femenino, reconciliarnos con nuestra madre, abuelas, nuestras ancestras y las de todas las mujeres de la humanidad… Es sanarnos para limpiar el camino de nuestras hijas, nietas y futuras generaciones, de tabúes e ideas negativas en torno a nuestra Sangre.

 

Y es que se dice, que cuando sanamos a nosotras mismas sanamos también siete generaciones: no sólo las pasadas, sino también las venideras.
Todas las futuras madres que vendrán después de ti.

 

Con amor,
Ro*

 

 

 

Publicado por LaTribuLunera

Proyecto de empoderamiento y sanación femenina

Deja un comentario