Con algunas de las mujeres con las que he tenido las sesiones de acompañamiento online sobre el ciclo menstrual, he trabajado un tema muy especial que se nos niega a las mujeres. Es la rabia, puro fuego que puede arrasar con todo y tod@s, y a la vez, puede ser un impulso de cambio muy potente.
Hoy me gustaría compartir con todas vosotras esto que siento/pienso a cerca de “la rabia” y cómo el mal llamado “síndrome premenstrual” tiene mucho que ver con esa prohibición, negación y energía de impulso no manifestada.
¡Allá vamos!
_________________________________________________________________________
No se nos permite la rabia, esa emoción casi desconocida que nos quema la garganta, nos duele en el pecho y nos hace apretar las manos de pura impotencia.
No se nos permite por muchas razones, entre ellas y supongo que gran parte del origen, son los roles “femeninos” que se tiene en este sistema hetero-patriarcal sobre qué ha de hacer y qué no una mujer con sus emociones. Todo esto lo aprendemos desde niñas, y a veces es difícil verlo y aceptarlo como algo que también nosotras tenemos “en vena”.
La rabia no es femenina. No es algo que deba sentir una niña, porque “eso está muy feo” y “así no te va a querer nadie”. Porque pareces un hombre o un toro enfadado, y eso no es muy femenino. ¿Te suena? Así o de miles de formas más, a las mujeres se nos ha negado esa manera de manifestarnos, de expresarnos primariamente desde donde nos duele, desde donde no queremos, desde donde el fuego y esa energía decisiva, coherente y potente se expresa para decir algo sin pelos en la lengua, sin pudor, sin miedo. Siendo nosotras mismas quienes decidimos, en un momento quizás difícil, desde el animal herida que también somos (de eso quiero hablarte en otro post).
Y es eso, para mí la rabia entre muchas otras cosas, proviene de esa parte salvaje que aun inconscientemente nos queda, de ese ser salvaje e indomable que somos hombres y mujeres.
Pero claro, “la rabia no es muy femenina” (volviendo a ese “femenino” hetero-patriarcal), pues no es moldeable, ni manipulable, ni mucho menos te hace sierva de nada.

Sí, es verdad, tienes razón… Sé que piensas que la rabia no es una emoción bonita. No, no lo es. Pero eso también nos hace ver cómo dividimos la mente entre “blanco” o “negro”, sin ver los matrices de en medio o la amplitud de miras. Eso nos muestra cómo “etiquetamos” emociones, sin permitirnos sentirlas y expresarlas conscientemente, desde el ser multiemocional que somos.
Si, la rabia no controlada puede ser muy destructiva. Puede arrasar como el fuego millones de árboles cargados de vida, raíz y oxígeno… Puede quemarnos tanto por dentro, que de no ser expresada (aun sin control) puede enfermarnos, alejarnos de nosotras más todavía y llevarnos a un estado emocional de desconexión muy grave. Todo eso queda acumulado ahí: todos esos “no” que no expresaste, todas esas palabras no dichas, esos silencios cuando querías hablar, etc. ¿Y qué pasa con todo eso?
Pero si es manifestada, si la expresamos, la rabia es la alquimia de ese fuego: pura acción, alimento de impulso para cambiar, transformar, decidir, soltar, seguir de otra forma… en nuestra vida.
Y a las mujeres no se nos ha permitido sacarla a riesgo de llamarnos “histéricas”, “locas”, “de naturaleza impulsiva o cambiante” (como si eso fuera algo malo…) o “de naturaleza defectuosa”. Porque claro, cómo íbamos a ser así de rabiosas, si por “naturaleza” somos cándidas, amorosas, creadoras de la vida, dulces e infantiles… ¿no?
Quizás por todo eso, durante tanto tiempo, el mal llamado “síndrome premenstrual” ha sido y es también perseguido, silenciado y enjuiciado. Porque “son las hormonas”, o “¿estás en esos días, no?”, como si estuvieras fuera de si (de ti), cuando en realidad está más en ti que nunca.
Porque es eso, la etapa premenstrual es una etapa poderosa aunque no te lo creas, aunque nos hagan creer lo contrario, aunque socialmente esté tan mal vista como esa parte instintiva, decisiva y potente de las mujeres como es la rabia. Emoción transformadora que nos trae dirección y caridad. Impulso y fuerza. Es lo mismo… Haz la conexión.
Aunque esa etapa te duela, te traiga dolores de cabeza y del alma, aunque llores hasta quedarte seca, y estés incomoda, y no soportes a nadie… Ésa etapa es reveladora.
Arquetípicamente durante esa fase estamos en una mujer que a mí últimamente me gusta llamar “la sanadora”, pues ella conoce bien lo que necesito, y que me muestra (cual espejo) situaciones reales que me afectan de verdad por algo que debo cambiar, integrar, transformar o aceptar y soltar… por ejemplo:
- Si estoy irritable, rumiando pensamientos en mi cabeza, sin soportar que nadie me hable o teniendo “algo” en la garganta que me pide a gritos salir (nunca mejor dicho porque me enfado a menudo, saco la voz rápido en cualquier situación, etc) y no lo digo…
- Si me paso gran parte de la noche, en la cama, dando vueltas, con muchas ideas en la cabeza, con muchas imágenes danzando en círculos “ante mis ojos”, con esas preocupaciones que cuando me levanto y a pesar de “haber dormido” unas horas, vuelven a enfundarse en mi, mezclándose con ese traje de “mujer preocupada”, y es como si mi cabeza no hubiera descansado (¡es que no lo ha hecho!) y todavía esté en el punto de ayer con ese halo extraño de no saber muy bien qué me pasa… (¿te suena esto?)
- Cuando yo creo que me siento bien o que todo “está normal” (¿qué nos decimos a nosotras mismas cuando creemos que “todo está normal”?) y de pronto alguien me habla y jhbsiuhauihnakjN KJNSSNLkmpqo’erturfduwhybnrkop (todo estalla!).
- Cuando no puedo aguantar una situación más (desde ir ese trabajo de mierda, a esa reunión familiar que no me apetece nada, a aguantar a vete tú a saber quién, mi pareja hace algo que no soporto…) y me siento por dentro en “ebullición”, a puntito de explotar, y aun así me violento más y voy al trabajo, a la reunión familiar, etc… ¡Y estallo, claro! Porque no me puedo callar, y lo digo de esa forma brutal, demoledora, que abrasa (a mí la primera) o que hace muchísimo daño.

¿Qué pasa aquí?
Que no me estoy escuchando.
Que no me estoy expresando.
Que no me estoy permitiendo.
Que lo de fuera es más importante que yo misma.
Que no me doy prioridad o atención.
Que me creo mi propia enemiga.
Que invalido esa emoción porque “la rabia no es de ser femenina” o “no está bien” (¡¡¡¡¡pero la siento, y entonces?!!!!)
Que estoy guardando, y guardando, y guardando… aguantando vete a tu a saber qué o para qué, para estallar en una muy gorda, haciendo y haciéndome mucho daño, sin expresar lo que en el fondo creo, pienso, siento o quiero.
¿Y entonces, qué?
Cuando la rabia aflora en esta etapa tan vulnerable (en su mirada más social/negativa, aunque ser vulnerable, te digo desde ya, no es nada NEGATIVO) y a la vez tan poderosa (desde la mirada más íntima, integradora y amorosa), nos muestra claramente un camino a seguir, porque es una fase en tu ciclo menstrual cargado de verdad, de espejo, en donde mirar y ver qué es lo que a esa mujer que AHORA eres, ya no vale, ya no necesita, ya requiere de otras cosas…. Es una emoción que si sale es porque algo te está mostrando y de nada sirve reprimirla, negarla o taparla con “todo está bien”, “todo normal” (de ahí vienen dolores físicos, emocionales y espirituales tan comunes en esta fase menstrual).
Permítete ser esa expresión. Permite que tu fuerza se manifieste. Permite que la rabia te diga y que tú, desde la consciencia, actúes en consecuencia de ese sentir, de esa dirección y esa visión interna que te pide, a gritos, seguir tu intuición y esa mujer salvaje que el fondo eres. Y lo sabes bien.
Porque no hay nada de malo en ello.
Porque la rabia es como un volcán que quema y no puedes quedarte con ese fuego dentro, has de buscar la forma de transformarla sin hacer daño a otr@s o a ti misma (esculpe, pinta, medita, escribe, grita, baila, corre, haz boxeo…)
Porque después de la rabia viene una paz dulce, una sonrisa sincera de saber quién eres o qué quieres.
Porque somos creadoras de vida, si, como nuestros hermanos hombres, pero también la destrucción y la muerte que trae equilibrio, renacimiento y visión profunda de la vida.
Y de eso nos sirve la rabia, de punto de partida para seguir conociéndonos en profundidad y respetando nuestra naturaleza cambiante.

Con Amor,
Rosa Bellido
Si estás interesada en las sesiones para conocer y trabajar tu ciclo menstrual, escríbeme a tribulunera@gmail.com