sobre
La Tribu

Qué es
La Tribu Lunera es un lugar donde bien llegar y adentrarte y habitarte mujer hija de esta Tierra, desde la infinita gracia de ser tu propio rezo, cuido y canto.
Es un proyecto amoroso y multidisciplinar para mujeres, que ofrece espacios de sabiduría, reconexión y aprendizaje profundo. Es un lugar sostenido, conectado y consciente que acompaña los procesos vitales femeninos y también, momentos del cotidiano, para el desarrollo personal, el autocuidado y la presencia, invitándonos y ofreciendo espacios para comprender, cuidar y autogestionar nuestros cuerpos mamíferos, cíclicos y de mujer.

Qué ofrece
Yo necesito crear espacios que me atraviesen a mi, que me llenen, que nazcan de la experiencia vivida, integrada y acuerpada.
Por eso todos los espacios de esta tribu tienen sentido, unidad y magia.
Espacios que tengan coherencia, en donde haya habido algún tipo de profundidad, encuentro o conexión cuerpo-alma. Y esto es lo que vuelco aquí, en este proyecto de vida. En esta tribu de mujeres. Para ti, para nosotras y el mundo.
Espacios de amor donde ser, aprender y expandirse. Donde exprimir la vida, saborearla, gozarla y compartirnos.
sobre mi

Soy
Rosa Bellido
Terapeuta integral.
Doula.
Educadora menstrual.
Escritora.
Mujer Ritual.
Creadora y facilitadora de
La Tribu Lunera.
Mujer aprendiz.
Guardiana del fuego, la risa y la tribu de Mujeres.
¡Soy una buscadora! Sagitariana, vegetariana y eterna escritora.
Mamá de dos criaturas, Ryo y Noctiluca.
Enamorada de mi labor de acompañante: para mi misma, mi familia, las mujeres, el cuerpo y los ciclos de la vida. Me siento al servicio, ofrendando lo que soy, lo poquito que sé, lo que quiero sembrar en este mundo. ¡Gracias por hacerlo posible!
– Acompañante holística emocional
– Doula, asesora de lactancia y medicina placentaria
– Terapeuta integrativa y menstrual
– Facilitadora de ginecología natural
– Investigadora del ciclo femenino
– Profesora de Mindfulness y ceremoniante
– Investigadora de psicología arquetípica junguiana
– Estudiante en curso de medicina china, terapia Gestalt y partería tradicional
Nací en Diciembre del 88 en Málaga, el sur de España, tierra de sol, montañas y del mar Mediterráneo, aunque desde muy joven me siento del Mundo, hija de la Tierra.
Me crié muy en contacto con la naturaleza, con los árboles y la libertad de poder embarrarme, nadar, trepar en árboles y ver los pájaros.
Quizás por eso me apasiona tanto viajar, conocer, aprender, compartir, cocinar, los pájaros, hacer cosas con las manos…
Siento un interés muy especial por el arte relacionado con los conocimientos y rituales que tengan que ver con el sentido, la esencia humana, la Tierra, lo natural, lo ancestral, lo femenino. Me apasionan. Al igual que desde siempre, siento profundo interés por las religiones, las distintas ritualidades espirituales y ceremonias de todo tipo.
Desde muy pronto tuve una búsqueda muy clara sobre la espiritualidad. Recuerdo siendo muy niña, ir a la iglesia sola o adentrándome en libros que hablaran de Dios. Así fue como la meditación llegó dándome respuestas, y eso me llevó a muchos otros preciosos lugares y herramientas: el budismo, fue una fuente sanadora donde bebí durante años y que me abrió un camino precioso de autoconocimiento y de calmar y gestionar ésa búsqueda; el hinduismo me abrió un mundo de personas afines, Dioses y Diosas y el rezo como canto, y el paganismo, me adentró más y más en mi intuición al contacto con todo lo que vive en la naturaleza.
Así poco a poco, en un camino nada líneo, con muchos recodos, aristas, lagunas, subidas y bajadas, mundos diversos, iba formándome como artista (en esta carrera y camino que mi Ser eligió de expresión) y fui dándole sentido, bien adentro, desde la piel y la experiencia, a eso a lo que realmente mi alma me guíaba, que pasaba poco a poco, sin apenas darme cuenta en mi: estar al servicio, acompañar, tender espacios de amor, cuido y gratitud.
Y ahí, tras muchas experiencias, guías y señales, encontré un lugar en mi donde me supe semilla, puente, tejido.
Y ahí, es que empecé a acompañar.
Seguí formándome, investigando, estudiando y cuestionando…Aprendiendo más y más. Abierta a seguir mis pasos, mi intuición y las posibilidades que me iban surgiendo.
Muchas cosas ocurrieron… Muchas “yo” murieron y nacieron. Y ciclos y procesos.
Me mudé de ciudad, dejé estudios, emprendí otros, fui cooperante en Senegal, mochilera recorre caminos, titiritera, viví en un templo budista, buceé en mi sombra, viví…
Emprendiendo también un camino de reflexión y de apertura con mi dolor menstrual que tantos años me estuvo acompañando. Encontrando así, un espacio de sanación propia, un hacer las paces muy bruto, primario y hermoso, dándome paz, entendiendo cosas de mí, cambiando el dolor por entendimiento y amor propio.
Así cobró más y más sentido usar mis propias herramientas, hacer míos mis pasos, y gestionar espacios humildes de amor y sabiduría entre amigas sobre el ciclo menstrual y otras cuestiones.
Fue tomando forma entonces, esas ganas de aportar semillas de cambio y espacios de sabiduría femenina, que ayudaran a conocer y amar nuestros cuerpos cíclicos y habitarnos templos vivos.
Ya llevaba años en eso cuando, en 2014 me formé como Doula (acompañante en la maternidad), y esa formación me cambió completamente la vida. Fue una especie de cierre también de toda esa andadura personal, espiritual y experiencial de una parte de mí. Un nueva tierra era yo. Una madurez brotaba. Una nueva terapeuta más completa, enraizada y poderosa.
Supongo que todo estaba listo… Y lo sentía de verdad. Tan así que en esa nueva yo, quedé embarazada de mi hijo Ryo, y apareció con él, en mi vientre y corazón este sueño, esta hija, esta tribu.
Así, cuando ayudé a nacer a Ryo en ese precioso invierno de 2015 en el salón de mi casa en pleno cerro lluvioso, me nací guardiana de esta tribu. Me supe canalizadora de una fuerte hija que también venía.
Y así ocurrió en primavera, de todas las vivencias y sentires,
de todos estos años de autoconocimiento, reflexión, introspección, investigación, formación y estudio con la intención de acompañar, especialmente a mujeres, en su propio autoconocimiento, autocuidado y sanación, presenté a mi hija al mundo.
Durante estos ocho años he ido aprendiendo a ser su madre. He llorado, crecido, reído, aprendido y madurado mucho. He acompañado a muchísimas mujeres en muchas etapas, ciclos y momentos: muertes, nacimientos, partos, crisis, separaciones, reconexiones consigo mismas, ceremonias, rituales, quietud…Aprendiendo cada día, con ellas, el arte de acompañar. La hermosa y “dura” vida de acompañante. De la que está al servicio de la vida. De la aprendiz.
Y no sólo he aprendido con ellas, conocidas o desconocidas, mujeres que van llegando. También de grandes maestras y maestros, de mí, de MadreNaturaleza, de mi hijo, de las experiencias, de los guías, de otras formaciones, de cursos, de mi propia intuición…
Y a ir soltando capas, pieles, miedos y sombras…personalmente, reconstruyéndome.
Llegando a facilitar espacios, talleres, círculos de mujeres, charlas, encuentros… Acompañando embarazos, partos y pospartos, lactancias y crianzas, sesiones individuales, ceremonias y rituales femeninos, y tantas cosas, tantos momentos, tanta buena semilla… Incluso en la loca aventura de ser nómada con mi familia durante tres años, y vivir viajando, montando todo esto de forma presencial en ciudades, pueblos y aldeas, sin rumbo fijo.
Si… Hemos crecido (este proyecto y yo) muchísimo desde entonces…
Me separé, volví a enamorarme.
He vuelto a ser mamá de una preciosa niña llamada Noctiluca. He ido armando proyectos artísticos y de tribu en mi ciudad. Sigo aprendiendo tanto… gozando tanto del vivir cada día…
La vida es un regalo y ser custodia y facilitadora de La Tribu Lunera para mi es una auténtica revolución que me enseña a cada paso y me hace sentirme plenamente viva, en mi lugar, con las manos ofreciéndolas a la vida.
Porque me siento una mujer que crece de semilla a brote en estos momentos de mi crecimiento personal, que se sabe bosque, y quiero acompañarte a que crezcamos, florezcamos y vivamos juntas
Te doy las gracias por acompañarme,
Con todo mi amor, amor, amor