Hace unos días mi sangre menstrual volvió, después de muchos meses. Realmente esta ha sido mi vuelta al ciclo menstrual después de parir, aunque hace tres meses hubo como un día de sangrado.
La sangre volvió como si fuera la primera vez, sin previo aviso, poniéndome nerviosa y sin darme cuenta. Verás, eso en mi vida es algo bastante raro, porque trabajo con todo esto, estoy constantemente tratando este “tema”. Seguramente ya lo sabes, porque estoy bastante empeñada en ir diciéndolo por todas partes, y es que acompaño a mujeresen su ciclicidad, en sus distintas energías, en sus diferentes fases de vida (menstruación, embarazo, parto, crianza..). Además ansiaba ése momento personal, el sentir mi sangre y retomar la conexión con ella. Y claro, encontrarme de pronto que sangraba, fue sorprendente y entré en un estado extraño, de vulnerabilidad y descontrol, que ha ido siendo cada días más abismo y más caos.
Ahora escribo desde otro lugar. Desde una energía más vital, más hacia fuera. Desde un querer compartir. Supongo que por eso he decidido ponerme a escribir todo esto.
Te escribo desde mi doncella, ése arquetipo de “la virgen”, que es expresiva y suelta las cosas casi sin pensar (bueno, yo la verdad es que todo esto lo estoy pensando un poco), sin pelos en la lengua, que más adelante trataré de contar y explicar en otra entrada por el blog. Lo digo porque las cosas ahora se ven distintas… y aunque aún no he salido del todo de todas las emociones e implicaciones que lleva sangrar (si, ya ves, tener la menstruación no es soltar sangre y ya está), puedo ver las cosas con algo más de perspectivas y mayor distancia. Pero éso no significa que todo lo que he sentido éstos días haya sido agrandado o vivido en demasia por lo que todo el mundo llamamos “la regla”:
“Claro, es que como he tenido la regla tengo que estar mal… o triste, y es normal, vivir todo tan intensamente. Pero oye que la vida luego no es así… Calma, que ya vendrán días mejores. Todo se pasa, tranquila, si yo te entiendo. A mi me pasa lo mismo, pero me tomo un ibuprofeno, me hincho de llorar, me peleo con fulanit@ y me quedo tan pancha. Y luego cuando ya no sangro, todo vuelve a la normalidad”
Eh… No, no es eso lo que te estoy queriendo decir. Además yo no creo que todo éso sea del todo verdad (o si pero no) y de éso es lo que te quiero hablar.
Nadie nos ha enseñado a escucharnos a nosotr@s mism@s. Es algo que cuesta horrores. A sabernos lo más importante sin que eso implique soberbia o egocentrismo.
Por muy zen que quieras ser, como dice una amiga, te pueden llevar los fantasmas. Por mucho empeño le pongas hay días, y días.
Cuando estamos menstruando necesitamos parar. Es así. Parar en una sociedad que no nos permite hacerlo, ni siquiera regocijarnos en pensarlo sin sentirnos culpables. Parar porque necesitamos descanso, dormir, poner las piernas en alto, dejar de hacer, acurrucarnos, hacernos bola con una manta y no pensar, dejarnos ir.
Sangrar es éso. Es dejarse ir.
Vamos al abismo, al nuestro propio, a las sombras, allá donde se pierden todos los esquemas y una se encuentra con todos sus nudos y todas aquellas cosas que fuimos guardando sin ordenar, sin integrar, sin ver si nos sirve o si podemos aliviar peso y soltar.
No es fácil dejar de ser, echar el freno. Cerrar agendas, dejar de ver a gente, alejarse de estímulos, solo cuidarse y darse amor. No podemos dejar de ir al trabajo, o no atender a nuestro bebé-madre-padre-novi@-amig@-gat@… Tenemos que seguir con nuestra vida como si no estuviera pasando nada en nuestro cuerpo.
Pero sí que pasa. Claro que pasa.
SOMOS CÍCLICAS y en nuestro ciclar, sangramos.
Nuestro endometrio se desprende y a veces duele, duele mucho. Y si no duele, porque físicamente está todo bien, nos encargamos nosotras de que duela: nos culpamos, nos flagelamos, nos desmerecemos, nos insultamos, no nos permitimos parar, queremos seguir siendo una superwoman capaz de todo y de todos, seguimos haciendo lo imposible por atender a otr@s y dejarnos a nosotras para las últimas, etc. O tal vez arrastramos frustraciones, lágrimas no derramadas, palabras no dichas, en fin, momento no deseados de otras fases del ciclo, haciendo que en éste se exprese y nos haga sangrar de corazón y no de útero, creando caos, descontrol y mucho dolor por todas partes.
No, que duela sangrar no es “normal”. No tiene que doler. Es así de sencillo.
Nos han engañado en que es normal, en que esto luego pasa, en que son “éso días”.
Sangrar no significa dolor, no al menos si no tienes diagnosticado una enfermedad como la endometriosis o cualquier otra de carácter reproductivo.
No es normal tomar una pastilla para prevenir el dolor días u horas antes porque sabes que “tu regla” va a llegar. O tomarla y no hacer nada más, cuando tu cuerpo te está hablando a través de ése dolor. Ojo, que no te estoy diciendo que no lo hagas, ni estoy demonizando las pastillas (no voy a entrar en ése campo). Solo digo que no es normal. No es emocionalmente sano pensar que “la regla duele”, porque como tal, no ha de doler.
Todo lo demás, que mira que no es poco y es mucho más complejo que lo estoy diciendo por aquí, tiene que ver con nosotras y la forma que han tenido de enseñarnos. Lo que” nos han metido en vena” durante tantos años (que no creas, es relativamente poco en la historia de la mujer), y ésa necesidad que nos han hecho sentir de buscar fuera el remedio para lo que nos duele, para lo que nos habla dentro, para lo que nos cuenta nuestro cuerpo como un lenguaje que no queremos escuchar pero que si escuchamos puede enseñarnos mucho.
Por ejemplo esto:
☽- El reconocernos como una ser cíclica (que si que si, que voy a reinventarme el lenguaje) nos hace vivir en sintonía con la Tierra, con las estaciones, con la luna, con todo lo que nos rodea. Nos hace amarnos en nuestras debilidades, en nuestros altas y bajas energías, en nuestros malos momentos. Nos hace permitirnos bajar a ese abismo del que antes te hablé, para reconocer que en él hay mucho de nosotras también y que en ese ser oscuro que también somos está la clave para encontrarnos. Nos ayudamos entonces a comprender que así como nuestra luz es dadora y maravillosa, nuestra sombra habla de nuestro poder más intuitivo, místico y regenerativo, y escucharla es darnos lugar para sanar y comprendernos.
☽-Aceptar ése dolor en nuestro cuerpo nos hace parar, echar el freno, y darnos cuenta que nos cargamos con emociones, actividades, tareas, preocupaciones y un sinfín de cosas que a veces ni siquiera nos apetece, que no nos sirve, que no nos gusta.
Que no nos crea plenitud, ni bienestar. Nos hace ver que es imposible estar siempre en la cima de la energía, dispuestas a lidiar y poder con todo. Que no se puede, que no que no. Hay que rescatar la manta, el sofá y el libro o una buena peli. El no hacer nada. El cuidarnos como queramos nosotras y dejarnos cuidar.
☽-Acoger la desgana, las ganas de soledad (o la propia soledad), la pena y el llanto, la apatía en nosotras y transformar nuestra vida en pos a un nuevo comienzo después de ellas. A nuevo despertar.
☽-Movernos al ritmo de nuestro propio danzar, de nuestras hormonas, no de este sistema lineal inventado por unos pocos y sostenido entre tod@s.
☽-Emprender un camino de autoconocimiento (y autocoñocimiento también) con nuestras sagradas energías, con nuestro gran poder interior, por nuestra hermosa capacidad para vivir-morir-vivir.
☽ -Respetarnos y amarnos tal cual somos con nuestras virtudes, con nuestros dolores, con nuestras debilidades.
Y un montón de cosas más que solo se descubre si nos permitemos, si nos dejamos ir, si soltamos todo para acogernos y abrazarnos a nosotras mismas y ponemos el corazón en cuidarnos. Apagamos lo de fuera y nos colocamos en nuestra cueva interior mientras sangramos…
Sangrar nos vuelve más sabia, mira lo que te digo.
Hay mucho que decir todavía… Mucho que sentir y transformar.
Y en la sangre de nuestra útera hay mucho mensaje, y mucha r-evolución (del amor siempre).
Desde esta TribuLunera seguiremos contando más. Seguiremos creando semilla y alternativa a esa visión tan dolorosa de algo nuestro, tan sagrado, para gozarnos y amarnos.
Con amor.
Continuará… Si si si si… 🙂
Se me hace interesante que mencione que no tan solo existe una relación con esa regla sino que también hay una conexión con ella. Esto me permite suponer que hay ciertos pensamientos con respecto a la misma, podría afirmar que deja un mensaje interno como de una confirmación de la feminidad y así mismo como una retroalimentacion de una personalidad ciclica y de progreso sensorial y hormonal