Morir como hija, nacer como mi propia madre

Para sanar la relación con mi madre, tuve que irme lejos, muy lejos en mí.
Tuve que inventarme la valentía y alejarme de todas las formas de hacer que conocía. De todas las maneras de relacionarme que solía utilizar… Y eso costó mucho. Por el camino lloré, sentí rabia, llamé a mamá como niña pequeña por las noches, no entendía, no quería, no sabía qué estaba haciendo… ¿Por qué era tan difícil?

 Me di cuenta de todas las veces que yo misma me había creído “mala hija”, reflexioné sobre qué era realmente ser hija o ser madre. ¿Qué quiero de mamá? ¿Qué necesito de ella? ¿Por qué me duele tanto sus palabras? ¿Por qué a mi edad me sigue doliendo sus opiniones, miradas, su no hace?


Empecé a observar con detenimiento y consciencia todos esos programas mentales que actuaban siendo patrones tóxicos para mí misma en mi día a día: por ejemplo, creerme esas opiniones de mí misma que escuchaba de niña, sentirme inútil o poca cosa en el mundo adulto, reconocer mi falta de autoestima y autoconfianza, mis límites… Y en una de esas, sin darme cuenta, escuché por primera vez a mi niña interior y lloré muchísimo. Ella… Tan sola. Tan olvidada. Tan oculta en mis profundidades…  tan yo.

¿Mi niña interior? Dirás. Sí. Ésa parte nuestra primaria, que representa ese ser vulnerable e inocente que todas somos. Y que aunque no lo creas, todavía sigue en nosotras ya de adultas, pues ella fue la que vivió las primeras impresiones de la vida, la que fue educada en un contexto, en unas circunstancias, etc, la que aprendió de lo que vio en casa, incluso antes, captó y se nutrió de las impresiones, los haceres y las emociones de mamá en la vida intrauterina.

Lee más aquí sobre la niña interior: https://www.instagram.com/p/CEGv2mCKCPP/

Con estas reflexiones, este profundo trabajo interno y ese comienzo de contacto con mi niña interior, comprendí que todo lo que había recorrido en ese alejarme de mamá, poner distancias en mi corazón y hasta una ciudad distinta ante mis ojos, no servía para nada. De nada valía simplemente no cogerle el teléfono, hacer como si nada, “vivir mi vida” sin ella. De nada esas excusas que me ponía, ese desorden y dolor no colocado, esas necesidades sin tejer…Porque a pesar de hacerlo, todo seguía en mi. Ella estaba en mí. Mi madre vive en mí. Y dolía. Me dolía mucho, joder.

¿Y sabes qué era lo que reconocí dolía tanto? El que seguía esperando de afuera la salvación, el amorcito, la protección, la palabra bonita, la dulzura, la atención, el cuidado y ese abrazo pal alma… Seguía poniendo el centro de mi vida fuera, y no valía, claro. Eso dolía mucho. Eso jode la vida y te hace vivirte a medias, esperando.

Así que arremangué mis mangas, me sacudí de los fantasmas y probé a bajar mucho más abajo, como Perséfone, a las oscuridades más abruptas. Sin tiempos. A mi ritmo, sin saber muy bien qué me encontraría ahí, qué era eso que quería ver de mi pero me llamaba a gritos… Con ayuda, eso sí, porque se hace más fácil. Dejándome sostener, sintiéndome acompañada para desnudar nudos y tomar aliento. Cuidarme rico, consciente, pidiendo ayuda a mi terapeuta y confiando de veras en mi, en mi poder, en mi decisión: haciéndome por primera vez cargo de mi misma, de mi dolor, de mis sombras, de mis heridas como niña y mujer. Sabiéndome merecedora de un amor absoluto, brutalmente salvaje y poderoso: el mi para mi.

No fue nada fácil, ¿sabes?

Tiré diques, corazas. Arranqué hierbas carnívoras de mi huerto interior. Dinamité mi mente en puntos que ni siquiera conocía. Trabajé la abundancia, el amor propio, el merecimiento, la autoestima, la sabiduría personal, las expectativas, los arquetipos y el gozo… Diosa, el gozo lo conocí experimentando el poder que daba conocerme. Aprendiendo que alegría, autocuidado y placer van unidos.

Aprendí que la vida es un lugar seguro, amoroso y lleno de infinitas posibilidades para exprimir.

Ahora sé que, en toda esa quimera, fui hacia mi propia muerte, con todo lo que eso conlleva. Y que allí, delante de todos esos dragones, fantasmas y calaveras… Delante de todas esas yo que con resistencia e infinitas armas, combatían con mi nuevo SER que iba ganando terreno,  maté a la hija. Maté a la madre. Me maté a mí misma, también… Y me “duelé”. Sí, así de extraño… Ya sé, parece todo muy simbólico, muy loco, muy lejano quizás para ti y lo que estés transitando… Pero “yo me duelé”, hice un duelo para mi, en un proceso de muerte y vida muy conectado. Morían muchas yo y muchos procesos al mismo tiempo… Y renacía y nacían partes de mi, nuevas formas, nuevas maneras de ser y hacer, ¡de vivir!

Hice un ritual de duelo y anduve días llorando mareas, rompiendo en jirones las expectativas que se espera de una madre, las de “hija perfecta”, las de “honrarás a tu padre y a tu madre por encima de todas las cosas” que tenemos tan en las venas en el inconsciente colectivo. Y dije “NO” y “BASTA” desde las tripas, desde la voz, desde las manos y sobre todo, desde el corazón. Y también dije “SÍ” y “ ESTO QUIERO” cuando quise. Cuando pude.

En las tripas encontré el impulso de ver qué es lo que realmente me dolía, esperaba y quería de mi madre. Ahí supe que mi madre, Rosa (me llamo como ella), la física, la de carne y hueso, también se sentía abandonada emocionalmente por su madre (mi abuela Mikaela). Ahondando ahí, en mi vísceras, recordé y miré con mucho tacto y cuidado fotos antiguas, mi pasado, mi niñez… Wow, mi cabeza viendo esas imágenes sentía otra cosa, traía otro sentir a mi presente. ¿Qué estaba pasando? ¿Mis tripas dicen una cosa… y mi cabeza, mis recuerdos, mis imágenes vividas, otras? ¿Cuál miente? ¿Alguna está equivocada?
Observé. Hablé. Medité. Trabajé, trabajé, trabajé… Y finalmente, mi cuerpo habló con las tripas calmas. Mostró. El útero y sus memorias también apareció por ahí, en ese trabajo tan bello e importante en mi empoderamiento…

La voz la usé para comunicarme desde mi posición de mujer, hacia esa mujer que es mi madre y hablar de tú a tú, sin roles. Preguntando. Conociendo su realidad, yendo más allá de lo que yo era o sentía era. Siendo mujeres sin más, sin ser hija, ni madre: comprendiendo que ella tiene una historia de hija también, un dolor, unas expectativas, anhelos, sueños…¡Una vida!  Una vida sin mí (como yo sin ella), que también puede elegir.

Y sentí que ahora mi voz era otra. Mis palabras, mis reproches, mi tono había cambiado con ella… Pero sobretodo conmigo. Me sentía más calma, certeza en la comunicación adentro, más conectada realmente con eso que sentía y quería expresar. Con eso que era/soy y muestro al mundo y a Ella. Sentí que daba voz a muchas más allá de mi, de este cuerpo finito y esta historia corta que es mi vida… Eran muchas las de mi árbol que hablan de dolor. Muchas mujeres con sus voces a través de mi voz, expresaban el dolor profundo de ser hijas y madres en un sistema patriarcal violento, que escupe sobre nuestros vientres programas mentales, estereotipos y visiones-sentires sobre la maternidad:
-La madre que se embaraza por paloma y no por placer, tras un acto de poder y sexualidad sagrada
-La madre abnegada, “todo para ellas, nada para ti” (la medallita que mi madre tiene colgada en su cuello…). La madre siempre disponible, siendo madre no más. No mujer. No trabajadora que emprende su labor, su deseo profesional, su vida más allá de los cuidados.
-La madre-objeto. La madre cuidadora. La madre frega-platos. La madre que no desea, ni opina, siempre hace, poco dice y si dice… La maternidad sin cuerpo completo, sin placer, sin amor propio, solo hacia fuera.

Pero la maternidad para mi (ahora lo vivo más en mis carnes porque soy madre),  es la abundancia sexual. El poder creador en todo el ser que eres, día a día. Como una activación continua que fluye a través de ti, para poder sostener, nutrir y crear, con un centro habitado, con un cuerpo habitado y un sentido propio (que también se comparte con el mundo, con tus hijes, con la vida de afuera…)


Las manos las usé para soltar esa relación tóxica y ese lugar de víctima, niña dolida, y hacerme cargo de MI MISMA. Siendo mi propia madre y entendiendo que mamá es importante en mi camino, lo fue y lo será. Y ahí me habité madre por primera vez. Madre y dueña de mi. Capaz de darme lo que necesito SIEMPRE.  Capaz de conseguir calmar el dolor con un “sana, sana, mis manos te sanan, que se abra al corazón y la medicina se haga” (la cancioncilla que le canto a mi hijo, modificada de “sana, sana, culito de rana, sino se cura hoy, se curará mañana”.

Y el corazón fue el que marcó el ritmo. El que me habló en todo momento del mimo, dulzura y cuido que quería para esta nueva yo.  Fue él el que me dijo cuándo estaba preparada de verdad para ver a mi madre de nuevo. El que trajo la pausa, la paz, la asertividad y el encuentro con mi niña interior y con mi propia madre interna; y me recordó, que para sanar la relación con mamá, antes tengo que volver a mí y hacerme cargo, levantar el fuego, cuidar de la niña que soy, habitar a la madre interna que se cuida a si misma…. Y después, si quiero, hacerme cargo de mi parte en la relación con mamá, aceptando que ella es finita, vulnerable y también está deshabitada de su propia madre interior… Comprendí que la relación con mama no sólo afectó o afecta esta relación, sino que ella es modelo de conducta en mí para otras relaciones en mi vida, e incluso, más allá, para la memoria viva que quiero crear para mis hijas.

Así, para sanar la relación con mamá, primero tengo que aceptar a mi madre tal cual es, deshacer/comprender/y o desmenuzar el concepto de la maternidad y sobretodo, volver a casa, a mí, como mi propia madre interna y su amor incondicional, el único, el más poderoso: el amor propio.

Con Amor,
Rosa Bellido
La Tribu Lunera

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O si quieres hacerlo de manera individual y trabajar tu niña interior e infancia, tus heridas, tu amor propio y tu poder interior, podemos hacerlo juntas a través de estos programas.

El comienzo de tu nueva vida…

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Durante mucho tiempo creía que iba a estallar, así, literalmente, en mi cuerpo premenstrual. Empezaba  a sentir mucha angustia, rabia, molestias físicas…
Vivía como en un enfado constante, con los dientes sacados como loba a punto de ir a por tu yugular en cualquier momento. Y eso, francamente, sentía me agotaba muchísimo más que esa semana o semana y un poco más hasta que bajara mi sangre. Ahí no es que fuera mejor, porque igualmente me sentía desbordada y con dolores los dos primeros días, me vivía doblada y medio drogada de pastillas… Pero por lo menos, no sentía tanta rabia, no apretaba tanto los dientes o parecía la niña del exorcista con tanto enfado. Y así pasaban los ciclos, creyendo que  era lo normal y temiendo que doliera como al última vez… Y si lo hacía, pues a joderse. Es lo que tocaba, y ya está.

Pero ahora que la fase premenstrual se ha convertido en mi mejor momento creativo, conmigo misma y mis poderosas herramientas internas. Ahora que me vivo super completa en mi ciclo menstrual, entendiendo mi cuerpo, sus necesidades, sus ritmos cambiantes y especialmente, la importancia de esta fase previa a la menstruación, siento compasión y un poquito de dulzura por aquella “yo” de entonces, que sostuvo desde el sufrimiento una vida que ni yo misma me creía y que cambió, cuando dije BASTA. Duró muchísimos años eso si, más de los que me hubiera gustado, desde luego. Pero siempre celebraré aquella hermosa victoria de amor propio, para mi misma.

La fase premenstrual tan odiada, marca el final de un ciclo. En ella se manifiesta todo aquello que hemos ido metiendo en “la mochila” de manera emocional, física y mental. Va todo ese estrés, ese poco cuido, esa alimentación rápida…. Va los pocos momentos que nos hemos regalado con les amigues, toda esa cafeína, azúcar, y comida procesada… El poco auto-placer dado, todo esos ratitos que nos hemos dado de siesta, descanso y parón, y andar lejos de las redes y tanto estimulo. Al igual que todas esas cosas que de verdad te apetecía hacer y no has hecho, porque una vez más, te pones en la periferia de tu vida, y no en el centro.

Durante esos días, nuestro cuerpo está mostrando todo lo que ha vivido durante su ciclo. Piénsalo, ¿cuántas cosas hay ahí?

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Es una fase que nos obliga a cambiar el ritmo y darnos cuenta de todo eso que nos intoxica y no nos hace bien. Ahí también sale esa mujer imperfecta que somos, muy vulnerables y sensibles…. pero sobretodo, la que está  hasta  el coño de todo y no aguanta más. Saca los dientes entonces desde la salvaje que todas llevamos adentro y explota.   Y eso no es que esté  bien o mal… No seré yo la que lo juzgue (y por supuesto, nunca la voy a obviar como si no nos pasara a los cuerpos menstruantes).
Si quieres andar así, enfadada cada “x” días en tu mes, creyendo que sufrir es normal, fantástico. Hazlo. Yo que me he vivido así, ni de coña me quedo ahí de nuevo. Me cansaba el doble por esa actitud mia de querer “aguantar” con pastillas y maldiciendo mi cuerpo.

En serio, me cansaba más por ir tan en contra de mi misma, que por todo lo que sentía físicamente junto… Siento que no me gustaba, que no era yo, que había algo que debía de estar mal en mí porque no podía ser que todo fuera tan mierda: la gente de mi vida, mi cuerpo, mi mente, mi forma de estar en el mundo…
Pero déjame decirte que ese enfado, y tooooda esa rabia acumulada y emociones que vives tan revueltas y al límite, pueden ser escuchadas antes y vividas desde una gestión más sana y amorosa contigo misma. No es por les demás… Les demás, mira, que cada une…
Quien te quiera premenstrual, te querrá ovulatoria. Y eso es así, y si no, revisa tus relaciones.
Es por ti. Siempre por ti. De eso se trata.

En premenstrual somos más directas, tajantes y claras con lo que queremos. Somos – me atreveo a decirlo- emocionalmente más “nosotras” que nunca. Y quizás por eso muchas mujeres en esta fase siempre discuten con sus parejas. Aquí no aguantas ni una porque ya has acumulado tu vaso. Ya no puedes más y “paaaam!” el volcán estalla y arrasa con su lava todo lo demás, sin importar las quemaduras y consecuencias que tú te hagas a ti misma. Pues mira no, eso tampoco es normal…
Y no es que esté diciéndote que tienes un problema con tu “más yo que nunca”, que sale en esta fase. Lo que te digo es que, en esta fase, arquetipo de la chamana, está saliendo todo eso que eres: sombras… pero también luces.
Aquí eres intuitiva, creadora, inteligente, profunda, reflexiva, visionaria, multi-universo… Vaya, un precioso poema, que te crees tú  (tan lejos de ti) que es una mierda dolorosa, pero no. Es precioso y está vivo, lleno de pliegues, universos y cosas super auténticas. Tú eres ese poema… Léete mejor.

Déjame decirte, lunera, que es posible que todo eso sea una puerta para un cambio.
Espera… lo que quiero decir es que si tú quieres, por supuesto, puedes ver en eso un cambio que te ayude a encontrar una forma de vivirte cíclica, desde tu cuerpo premenstrual y menstrual, mucho mejor.
Que ya está bien, ¿no? De aguantar esto y parece que es normal…. Algo que jode tanto. En serio, ¿cuándo permitimos que esta creencia tan dañina se instaurara en nuestra mente-ordenador como un virus simulando ser un programa natural?
Yo creo que ya vale, ¿no?

Hay otras formas de vivirte, y la primera es aceptando que el dolor premenstrual y menstrual NO ES NORMAL. Habitual, vale. Que se ha pegado a ti como un monillo que no te suelta desde hace años… vale. Yo pienso lo mismo de mis kilos de más, pero también hago cosas para cambiarlo.  Que tu madre lo vivía, y tu hermana, y tu abuela, y esa vecina del quinto y la otra que te encuentras todos los días en el bar tomando churros… Pues muy bien. Pero NORMAL NO ES. HABITUAL SI. Muchas mujeres lo tienen pero no por eso, es natural de un cuerpo sano.

Porque se puede cambiar y vivir de otra manera, incluso sanar,  te lo aseguro, yo lo he vivido en mis carnes. Y no te estoy vendiendo la moto, tú puedes subirte a ella y darte una vuelta y cambiar tu vida, y ponerla patas arriba si quieres… O no.
Mi cambio vino por darme cuenta que en ese dolor es donde yo tenía que bucear, y ver de dónde carajos venía, qué estaba haciendo o no haciendo para que mi cuerpo y mi ser, estuvieran bien.

Y es que el comienzo de tu nueva vida, lo tiene tu fase premenstrual, lo tomes o lo dejes.


Si quieres vivirlo diferente y hacer algo con todo eso, de una forma sostenida, acompañada y amorosa, desde esta Tribu te invito a nuestro Grupo Online “Sanando en Rojo”. Un espacio virtual en donde vas a encontrar teoría y práctica super sencilla y adaptada a ti personalmente, sobre el ciclo menstrual, con herramientas basadas en la terapia menstrual y en tu cuerpo como guía única y mapa. Todo eso, con una tribu de mujeres pequeñita, íntima y generosa, para acompañarnos en esta aventura todas juntas desde la empatía, sororidad y el nutrir que da el compartir vivencias y sentires.

Empezamos grupo en Septiembre. Pinchando aquí encuentras toda la información.

Con amor,
Y rebeldía ante esa “normalidad” dolorosa,
Rosa*
-La Tribu Lunera-

Mujer Tierra, ¡florece!

Tienes un bosque dentro. Tienes un fuego.
Brota la semilla bien adentro de ti, hacia las profundidades de tu tierra.
Tu cuerpo es esa tierra… Es la selva, es el océano, el desierto y la tormenta.

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En ti guardas la memoria de las que estuvieron antes que tú, unidas por el útero, tu caldero mágico, fuego sagrado de la vida. Como un hilo invisible que te sostiene, que te mantiene, que te alimenta. Porque tu útero estuvo en el de tu madre, y ésta estuvo con su útero en tu abuela, y así… Encontrándonos juntas en la primera mujer. Mujer Tierra también.  La madre. Aquella Madre….

La tierra te sostiene. Tu piel es cartografía que la enseña, la muestra, la recorre…
Tu cuerpo es el mapa, la fórmula, la clave… Y el tesoro.

Somos polvito a polvito una tierra diversa, llena de multi-universos,
fecunda, especial y única. Eso somos… Ahí vamos, a la tierra.
Sacudiéndonos las penas. Avivando la fuerza y el coraje. Despertando a la Mujer Salvaje que habita en nuestras entrañas.
Aquella que recorre nuestro territorio, conociéndolo a palmo, habitándolo sin miedos, paridora de hijas-ideas, creadora de la Mujer Sabia.
La misma que se sabe poseedora de todas las llaves. Conocedora de todas las constelaciones de nuestras puertas. Hija de la Tierra, cíclica, cambiante, natural y hermosa. Su espejo y semejanza.
Aquella, la loba, la perra, la águila, la tortuga, la ballena, la loca, la viva, la que arde, la fuerte, la arquera, la llena de gracia, la madre, la del placer, la que sueña, la chamana, la de los huesos, hija de la sombra, mujer lombriz, bruja.

La que sabe que su tierra es tu territorio y lo conquista, lo habita, lo respeta.
Y vive sus montañas, que nos permiten divisar nuestras colinas más hermosas, nuestras curvas sinuosas y las laderas menos empinadas. Y bebe y nada en los ríos que recorren la tierra con sus aguas, transformando, pasado el tiempo, cada recodo, cada pliegue, cada forma. Cada luna, cada gota, cada ola.

Somos cueva que cobija el fuego que transmuta. El fuego que abrasa, que calienta, que alquimiza, que se extingue o se aviva….
Y también somos el aire, que mueve las semillas, las flores, las aguas… y nos habla, nos mueve, nos vuela.

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¿No lo ves?
Tú eres eso.
No está afuera.
Eres eso. Estás viva. Está en ti.
Y las respuestas, todo aquello que buscas, todo aquello que ansías, que piensas, que sueñas, que tratas de imaginar y anhelas… Todo aquello que lloras, que te fastidia, por lo que revientas y te caes… Todo aquello que te mata, que te apaga, que te silencia, que te abruma, que te duerme… Eso eres. Adentro está. En ti es. Ya es.
Tú eres la respuesta.
Tú eres la Diosa.

Tú eres la dueña.

Hija tierra. Mujer Tierra. Tierra viva.

Y no estás sola. Toda una manada está contigo.
Toda una Tribu de mujeres despiertas, salvajes y libres.

En esta Tribu nos hemos encontrado. En esta Tribu estamos convocándolas.
En  este fueguito cálido que te brindo, ahorita que canto la canción suave de las Mujeres Semilla… Para ser. Para reencontarnos y recorrernos en nuestras montañas, en nuestras hogueras, en nuestras aristas y curvas… En  nuestros paisajes e historia.
En nuestro linaje y aguas… Volcanes y sombras.
En toda la mierda con la que haremos abono para crecer. En todas las dudas. En todos los “no puedo”, “no es para mi”, “quiero pero no tengo dinero”, “puede que más adelante”. Porque ya está bien de ponerte afuera. Porque ya vale poner a otr@s en el centro.
Tú eres. Ya eres. Estás viva. Vívete entonces.

Esta Comunidad que es online para llegar a mas Mujeres, será el tipi donde cobijarte, reencontrarte, reaprenderte y quererte de una vez por todas. En él se reúne teoría y práctica en un formato nuevo para esta temporada. En donde no solo te brindo la información para que ahondes en el tema mensual, sino que además, te doy espacio para que tú pongas la guinda, deshagas los nudos y sueltes las velas para navegar tus propias decisiones y mareas… Por qué si, amiga mía, hermana, lunera querida, tú eres la protagonista de tu historia. Entérate.
Por eso tendrás, entre tanto, material completo para mirar, remirar y descubrir todo cuanto necesites, para que vayas creyéndotelo, dándotelo.
Tendrás compañía… Tendrás la tribu, y eso es muy importante.  Y menuda tribu…
Una entera para ti solita. Una tribu enterita de mujeres en diferentes mapas, universos y galaxias, con diferentes tierras, selvas, bosques, ríos y montañas… Para compartirnos. Para cruzar los puentes. Para navegarnos todas juntas, colectivamente. Para arroparnos y darnos amorcito del bueno, que faltita nos hace.
Para alimentarnos y darnos fuerza, candela, aliento.

Vamos a re-aprendernos, a mirar, cuidar, sostener y querernos, porque nos hemos dado cuenta, todas, que ya es hora. Que ya está bien. Que es el tiempo.
Que merecemos dar el paso y coger las riendas. Que nadie va a venir a salvarnos. Que nadie nos va a decir “eh, por aquí”… en mitad del bosque. Que en nuestra selva sólo nosotras conocemos los senderos, las serpientes, los ungüentos, los cambios de tiempo, las cuevas donde refugiarnos y donde colgamos las pieles… El antídoto ante el dolor y el miedo.

Que somos las lobas, las hienas, las urracas, las hormigas, las sirenas, las unicornios, las brujas… Las que queramos ser. Y también las hijas, las madres, las mujeres lunares, y las diosas de nuestros cuerpos, de nuestras vidas, de nuestro mañana.
Mujeres alquimistas transformando sus heridas en medicina.

Bienvenida seas a este espacio.
Bienvenida seas a ti misma. A tu tierra, territorio de vida, de amor propio y sabiduría.
A la tribu de Mujeres Tierra.

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¿Vienes?

Con Amor,
Rose.


Si leyendo esto, las entrañas te laten, ¡escúchalas! Escríbeme.

Puedes ir aquí, Comunidad Online Mujer Tierra, para obtener más información.

Ritual de poder: eclipse lunar

No estamos lejos de lo que ocurre fuera.
Somos seres cósmicos. En nuestras células habita la conexión universal con todo lo que existe en el universo infinito... Y esto no es poesía, es una realidad natural, que aunque bien mágica y amorosa, es totalmente cierta científicamente.

Hoy vengo a hablarte de ese amor, para que lo recuerdes en ti y lo revivas, como un fueguito dormido que necesita leña para sacar su fuerza. Porque eso eres, querida…. Fuerza. Amor. Vida.
No dejes que los pensamientos limiten ése sentir. No dejes que tus preocupaciones pesen más que esa hermosa ligereza y conexión profunda que puedes sentir al darte un momento para ti misma. Porque te lo mereces.

Así, en esta hermosa luna llena en acuario, que se verá bien roja y a la que much@s llaman “luna de sangre”, que además es eclipse lunar total y Marte está retrógrado y bien cerquita de nuestro hermoso planeta….. Te invito a que conectes contigo, con tu espectacular grandeza y con la Mujer Salvaje, instintiva, poderosa y animal que eres.

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Encuentra un momento para ti a solas.
Apaga el teléfono o sácalo fuera de donde estés y prepárate cómodamente para crear un espacio sagrado o pequeño altar. Si en tu vida cotidiana sueles tener un espacio sagrado, ya sabrás qué hacer: crea un pequeño altar para este momento. Si no, ¡no pasa nada!

En la medida que tú sientas, crea un espacio físico bonito para honrar y celebrar este momento de luna llena y eclipse: ya sea grande o pequeño, sencillo o elaborado, a alguna divinidad lunar o elemento, o simplemente conectando con la magia que quieres sentir en ti y dejándote llevar, organizando varias cositas bonitas (como flores, velas, incienso… lo que tengas en casa) alrededor de donde te vas a sentar.

Entonces, toma tu cuaderno, hojas, colores…. ¡lo que vibre dentro de ti! y vamos a comenzar.
Este ritual es para tu propio autocuidado y para que conectes contigo, así que personalízalo como sientas, según tu visión y necesidad. 
Luego, cierra los ojos.

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Siente tu respiración colocando tus manos primeramente en tu corazón o pecho.
Déjalas una ratito ahí, sintiendo…. ¿Notas tu corazón latir, vibrar, danzar? ¿Cómo es tu danza? ¿Cómo es tu latido?
Después, sin quitar tu mano izquierda del corazón, baja la mano derecha hacia tu útero (recuerda, más o menos 2, 3 dedos por debajo de tu ombligo). Déjalas estar ahí durante un rato un poco más largo que el anterior. Siente el calor de tus manos.
¿Estás nerviosa? ¿Estás pensando? ¿Estás queriendo sentir? ¿Te sientes abierta? Respira… quédate sintiendo…. ¿Sientes el latido de útero? Déjate enamorar por los dos latidos: tus dos centros de poder.

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Tras haber abierto el espacio sagrado, haber conectado con la energía creadora que hay dentro de ti… ahora toma la hoja de papel o cuarderno. En ella anota de primeras cómo te sientes, qué has vivido en ese pequeño relax. ¿Sentiste tu útero? quizás quieras escribir cómo fue o te salga dibujar algo….
¡Déjate llevar!
Una vez nombres y saques afuera tu sentir, toma los colores y traza un mapa. ¡Juega! Déjate llevar como si fueras una niña… Acuérdate de los mapas de piratas o del juego en busca del tesoro que igual jugabas de niña. Lo importante es que traces en el papel una especie de mapa que tenga un principio, un tesoro en la otra punta y un camino hacia llegar hasta él.
Un camino largo, por cierto. No vale hacer solo dos líneas pequeñas….

Una vez lo tengas, escribe:

En el principio: ESTA SOY (en grande)
Y junto a esto o debajo escribe al menos 6 palabras que definan la mujer que eres ahora.
Pueden ser frases, adjetivos, palabritas que tenga un sentido para ti, etc…

-En el tesoro: escribe aquello que más deseas o sueñas, pero PARA TI, es decir, para tu propio beneficio. Por ejemplo: ser más amorosa conmigo…. o cumplir esta meta X….. o cuidarme como la más importante en mi vida…. No vale por ejemplo: “ser la mejor en….” o “ser famosa en instragram”…. o “la mejor madre del mundo”… En fin, creo que me entiendes.
Algo que te sirva para mover el culo y poner todas tus ganas en cambiar eso que te está jorobando tu felicidad, tu sentirte Diosa o limitando el no escuchar a tu útero y tu corazón latir juntos.
Una vez lo tengas, ponlo en color chillón… así, que se vea bien grande!! lo que más en toooodo el mapa porque claro, ¡ES EL TESORO! Tú tesoro.

– En el camino: Ahora quiero que veas la mujer que eres ahora, ésa que describiste al principio de tu mapa y tu tesoro… ¿Cuántas cosas te separan de él? ¿Qué crees que tienes que hacer para nutrir/apoyar/cuidar/transformar/etc a esa mujer que eres ahora para que consiga ése tesoro? Ok, pues eso es lo que quiero que escribas…. Mínimo señala  y escribe 4 distintos momentos en ese camino de tu mapa (que quiero que señales bien clarito) hasta llegar a tu tesoro. Por ejemplo:
Si tu tesoro es aprender a cuidarte, tus diferentes objetivos o metas a hacer para andar en ese camino y conseguir ese tesoro podría ser:

  1. EMOCIONES: aceptar todas mis emociones y escribirlas, para tenerlas en cuenta. ¿Qué podré hacer entonces con ellas? Actuar
  2.  AUTOCUIDADO: Plan de amor propio…. puedes mirar el de autocuidado cíclico que te muestro aquí  
  3. MIS HERRAMIENTAS: nutrir y fomentar herramientas que me hagan feliz o me ayuden a sentirme bien: hacer yoga, leer libros que me recuerden mis dones o enseñen nuevos,  apuntarme a esa clase que tanto quiero, aprender a comer bien, deshacerme de ese mal hábito, dejar al cretino (o cretina) que no me quiere bien, etc…
  4. RETO “POR MI”: reto que consiste en darte al menos, una “cosa”/momento/etc para tu propio bienestar/gozo/amor/autocuidado durante el día. Eso multiplícalo por siete (a la semana) y mínimo 30 (mes)… Por lo que, pueden ser muchos a la largo de la semana y así hacer de trampolín para tu TESORO.  Por ejemplo: decir NO sin culpas, decirte algo positivo en el espejo cuando te salga algo negativo mirándote, proteger a una hermana de críticas defiendo el derecho de hacer lo que  nos de la gana, salir a correr, apagar el movil, retomar aquello que tanto te gusta y dejas para lo último, quedar con amigas, hacer meditación, cambiar tu vestuario, un cambio de look…. etc.

Y así… los momentos o cosas que creas necesitas hasta llegar a tu TESORO.

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Cuando lo tengas, puedes decorarlo con colores, rotulando las palabras más importantes para tenerlas presentes…. Puedes hacer esquemas, dibujos… ¡Lo que tú sientas, pirata!

Una vez decorado y puesto bien hermoso, déjalo cerca de la ventana y con la vela cerca (ojo! bien protegida y segura…) a la luz de la luna.
La abuelita luna tiene grandes cosas preparadas durante este eclipse… Trae cambios… Remueve la sombra y nos ayuda a tomar consciencia de lo que separamos en nosotras, de lo que debemos soltar, de lo que nos daña…
Este ritual del mapa de amor es una propuesta firma hacia ti misma, con decisión y responsabilidad, para transformar y sanar todo aquello que quieras.

Tú eres la más importante y sin ti, los cambios y eso que ansías no es posible….

Confía.
Pídeselo a la luna para terminar este momento. Date las gracias por ser tan valiente y amorosa, ahora, contigo. ¡Y adelante! Aguanta, que nada ni nadie te pare.
¡¡Vas a conseguirlo!!!  Sea lo que sea. Porque en tí está el poder.
Porque tú eres la fuerza.
Porque tú eres un ser cósmico….

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Mañana (o si lo haces estos “3 días de luna llena”), cuando ya esté el sol, lo cuelgas o pones en algún lugar de tu casita, para tenerlo presente e ir a él cada vez que te pierdas o te olvides de mirarte y quererte, hermana.

Disfruta de la magia de pedirte deseos a ti misma.
Con todo mi amor, magia y pasión lunera…

Rosa Bellido.


Aclaro que….

Los eclipses son un portal de energía muy muy potente. Somos seres cósmicos, aunque nos hayamos perdido… Esta cantidad de luz y movimiento energético, afectan a nuestra cuerpo y energía: por ejemplo en la glándula pituitaria y pineal. Por eso quizás hayas sentido estos días o llegando las horas del eclipse, fatiga, sueño, angustia, cambios de humor o desequilibrio y vaivenes energéticos.
Esta luna llena en acuario nos vuelve a hablar, dicen, de la sombra. De la separación irreal que sentimos sobre lo que es adentro y afuera.
Estamos en un momento de transformación profunda, de renovación, despertar y limpieza, por lo que hoy vengo a hablarte de un ritual para tu autocuidado que puedes hacer especialmente hoy (día del eclipse), pero que si has llegado tarde a leerte esto, puedes hacer hasta pasado mañana.

 

RECUERDA que esta noche es perfecta para:

  • Darte un bañito en las aguas (ya sea en la playa, en tu casa, río o piscina…)
  • Poner tus cuarzos y piedras de poder a la luz de la luna
  • Hidratarte mucho y empezar a comer rico y sano.
  • Amarte a raudales… ¡de verdad!
  • El poder de la luna llena dura tres días, aunque el más poderoso es hoy.

Si quieres profundizar en este trabajo y que yo te acompañe en este viaje, escríbeme.

5º Profundiza en ti

Lunera, terminado con el plan de autocuidado que te propuse hace ya muchas semanas atrás, vamos con el punto número 5 (puedes ver los otros aquí) en donde hoy te hablo de “cómo profundizar en ti”.
Espero que lo disfrutes 🙂

Para ello te planteo primeramente unas preguntas…


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¿Qué cuál es? El AUTOCUIDADO.

El profundizar en ti.
Si, en los tiempos locos y violentos que corren, donde a menudo nos olvidamos de lo bonito, de la esencia de las cosas, de lo importante y lo sencillo…
En esta sociedad que refleja l@ perdid@s, violent@s y enferm@s que estamos a menudo…

El autocuidado es una aunténtica revolución.
Es la mejor arma. Porque implica varias cosas:

 


  1. Reconocer tu gran capacidad:
    de sostenerte, de acompañarte, de mirarte bien, de hacer las cosas fáciles para ti, de darte amorcito, tiempo, espacio…
    Y también de unir mundos. Porque… ¡ay hermana! Cuando una está bien, puede sostener y cuidar a otr@s, ¿verdad? Sino ¿cómo? Una estaría en constante desequilibrio, tratando de que l@s demás estén bien sin prestarse atención propia, y luego vendría el desgaste, los bloqueos, la mala salud, las emociones de la sombra… Y eso no nos pasa a nosotras, ¿verdad?  ¡Que va!

No, lunera no. Desgraciadamente sí que nos pasa (no soy muy ducha en escribir irónicamente…) por eso tenemos que tenerlo presente más a menudo y reconocer nuestra capacidad para darnos el autocuidado que necesitamos y merecemos.
Y así ¡crear puentes que verdaderamente cambien las cosas!

Porque cuando tú te cuidas, tienes raíz, fuerza, conexión, valor para el día a día, para todo lo que esté por venir…

Profundizar en ti es una forma bella de regalarte justo lo que necesitas: amor propio, seguridad interna, reconexión con el cuerpo, sanar tus ciclos, aliviar el dolor, no sentirte a ti misma tan lejos…
Y aunque esté constantemente diciéndotelo, no me canso: la terapia menstrual es como una aguja que cose muchas herramientas para ese autoregalo.
Para ahondar en ti, profundizarte, vivirte y reconocerte.
Te ayuda a hacer las paces con tus mujeres y tus ciclos, saber que tu ciclicidad es un tesoro y un mapa único, y ayudarte a recordar que tú eres lo más importante. Es ese comienzo revolucionario de amor propio que necesitas… Qué quieres que te diga, estoy enamorada de este hermoso regalo.
(Si quieres conocer más de ella, mira por aquí y  aquí  especialmente).

El autocuidado, en definitiva, es un camino difícil diario porque a menudo, entre prisas, rutinas, trabajos y diversas historias que a lo mejor no son tan importantes, nos olvidamos de que nosotras somos precisamente eso: ¡la más importante!

Tenlo presente. Afina la mirada. No te olvides de ti.
Ámate mucho. Siéntete mucho. Vívete mucho.
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2- Darte momentos diarios de amor propio:
Desde un rico baño, comer comida nutritiva y saludable, a tomar consciencia de tus respiraciones, observar tus emociones o cómo te hablas internamente.
Es muy importante que tengas en cuenta este plan diario que te he ido ofreciendo todas estas semanas  y que lo adaptes a ti día a día, por tiempo pequeñito que sea. Trata de que al menos sea constante: hoy una taza de té o café tranquila, respirando… Mañana unas meditaciones… Pasado un paseo pensando bonito, etc. ¡De eso se trata! De practicar, practica, practicar.

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Si no practicas, es teoría y las palabritas se las lleva el viento…

3- Atender tus necesidades reales no las expectativas de otr@s.
A menudo nos creemos que son nuestras muchas “cargas”, tensiones o emociones de otr@s, ¡y no lo son! Tener un rol activo en nuestro camino de autoconocimiento, en nuestra vida diaria, nos permite ir viendo esas necesidades reales que muchas veces, no son tan “altas” como imaginábamos, sino que son más bien sencillas, cotidianas. Quiero decir que estamos acostumbradas a idealizar demasiado las cosas, y creemos por ejemplo que hablar de “sagrado” o de “mujeres conscientes” no implica ya el día a día, sino que tenemos que “conseguirlo” como si esto fuera una meta a largo plazo. Y no. Ya somos mujeres sagradas. Ya somos mujeres consciente, ¡lo que hay que hacer es creérnoslo y empezar a vivirlo!

No necesitas de fuera, está en ti. ¡La salida es hacia dentro!
Atiende todo aquello que vaya saliendo porque forma parte de tu camino y tu proceso.
Justo todo eso que salga, todo eso que vivas en tu día a día, aunque no te lo creas, es porque estás preparada para afrontarlo, gozarlo, exprimirlo, saborearlo e integrarlo en ti.

4- No ponerte excusas, ni compararte:
“Ay, es que fulanita lo tiene más fácil porque ella lleva muchos años en esto….”,  “ … es que menganita tiene muchos cursos hechos y claro, ella sabe…”, “es que mi vida siempre ha sido más difícil que la de ella”. Etc…
Parece que tú eres la última de la fila no solo en atenderte, sino en capacidad, herramientas o magia. ¿De verdad te lo crees?
Entramos en bucle no solo comparándonos en este mar “perfecto” que nos venden esos escaparates como facebook, instagram y otras redes sociales… Perdemos mucho tiempo de nuestra vida pendiente de lo que tiene “la otra”, de lo que hace, de cómo lo hace, de porqué lo hace… Y entre todo ese tiempo, no volvemos a nuestro centro, sobre nuestros propios pasos, para ver quiénes somos nosotros, qué hacemos, cómo lo hacemos o por qué lo hacemos.
¡Conecta contigo! Utiliza esa mirada bonita que pones en l@s otr@s para mirarte a ti. Si lo ves en otr@s… Si ves todo eso bonito que son, que tienen, que hacen, es porque tienes la capacidad de reconocer todos esos dones y por tanto, ¡están en ti! ¡Actívalos!
y no te compares. Cada un@ tiene su tiempo, su proceso, su ritmo propio y sus circunstancias. ¡No somos iguales! Y eso consiste la magia del vivir.

5- ¡RESPIRAR!
Que la vida es todos esos segundos que se van juntando para armar el día… Y no somos mujeres perfectas, ni seres super poderos@s… Somos cuerpos finitos, vulnerables y altamente creadores y también cambiantes. Lo que hoy nos vale, probablemente mañana no. Lo que hoy me preocupa, tal vez la vida se encargará de ir dejándolo por el camino pasado los días…
¡RESPIRA! Porque lo importante, lo básico, lo más especial, ya lo tienes. ¡ERES TÚ!
Lo otro es solo un camino, una actitud, una determinación propia, un compromiso contigo misma y sobretodo, tiempo, práctica, detalles, segundos, mimo, amor, aceptación…

No te quedes sin aire, llenando tu vida de cosas y cosas y cosas (expectativas, idealizaciones, teorías, miradas de otr@s, tensiones, comparaciones, complicaciones….). Vacíate para llenarte, y eso solo puedes hacerlo a través del auto cuidado, viendo lo que sale, lo que nace del fondo de tus océanos y de tu sombra.

 

Sigue respirando,
que la vida es corta y el camino siempre parece largo…

Con amor amor amor a raudales para ti, hermaga,
Rosa Bellido.


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¡3 Años!

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Si cierro los ojos tengo la sensación de andar volando entre árboles, entre ríos, entre hogueras y cuevas… Se eriza mi piel y mis dos corazones palpitan rápido. Como un tambor. Pompompompompompompompom….

Es el útero-tambor que llama a la hoguera, de nuevo, como tantas otras veces.
Que invoca a reagruparse, a parar, a sentir el calor y la danza del abuelito fuego, símbolo sagrado de la alquimia y la sanación.
Que invita a escuchar, a sentir, a estar… Solo eso.

Aquí me siento, una vez más desnuda. Sin pieles, quitando máscaras, soltando roles…
Aquí me siento en la Tierra. Esta soy. Esta que vibra. Esta que tiene un poco de miedo. Esta que se expone, con vergüenza (y sin ella) una vez más, delante de vete tu a saber  cuántas almas…quién me lee. Cuántas almas, criaturas y seres… ¡Cuántos mares de fueguitos!

Han pasado tres años desde que encendí aquella primera hoguera. Fue un momento complejo donde mis tripas, mis sombras y emociones estaban a flor de piel, erizadas, anudadas también.. Nunca pensé que aquel fuego, iba a ser  una puerta de un mundo nuevo.

Y tras tantas lunas… hogueras, idas y venidas… encuentros y desencuentros… mares en calma y mareas bravas… Y tantas otras cosas más…. Aquí estoy, de nuevo desnuda, con la sensación misma de aquel momento. Que esta tribu es una puerta.
Que estas lágrimas que me caen conmovidas son una puerta.
Que tú que me lees… eres otra puerta.
Que esto que juntas creamos… es otra puerta.

Creo, amo, siento y vibro con la Tribu de Mujeres. Y tras tres años de mucho trabajo, acompañamiento, dejarme acompañar, aprender, ser, crecer y caerme… Me siento feliz, agradecida y llena de vida por esta Tribu tan bonita… Mi tribu Lunera.
Mi hija idea… que nació desde las entrañas, desde la necesidad, desde el amor puesto ahí afuera para el mundo. Para crear, compartir y vivir cosiendo lazos y armando puentes…

¡Y cuántas mujeres han pasado por estas hogueras…! Tan llenas de vida a veces, o tan en la sombra que ni ellas mismas sabían cómo entre tanta oscuridad, llegaban hasta aquí. Tan capaces, valientes, sabias, poderosas, increíbles, mágicas, lobas, creadoras, apasionadas, invencibles, brujas, tan niñas, tan madres…. Algunas tan llenas de heridas que se dejaron cuidar por las otras. Otras tan llenas de luz, que trajeron soles en las noches mágicas de encuentros…
Y todas tan iguales, tan perfectas, tan únicas, tan buscadoras, tan soñadoras y hermosas…
Que ni todas las lágrimas que emocionada derramo ahora, escribiéndote esto, pueden contarlo… A pesar de ser mareas también, que gota a gota, como somos nosotras, purita agua, ondas, ríos…se encuentran.

Mi piel y mi Ser están llenos de todas vuestras historias. Tengo la panza llena de amor, así de ñoño lo digo. De todo lo que he compartido con vosotras, de todo lo que he aprendido… De ceremonias, círculos, talleres, encuentros, charlas, acompañamientos, embarazos, partos, crianza, llamadas telefónicas, consultas, ideas compartidas, ferias, retos…
He recibido tanto…  He dado tanto…
Y no ha sido fácil.
Llevar este proyecto adelante, tan complejo, tan extenso y potente (poderOsa), siendo cuerpo finito, madre, con una vida nómada y muchas sombras todavía que recolocar… Viviendo en un sistema violento, lleno de prisas, relojes y pautas, que se nos mete adentro con creencias que nos limitan… Y en las redes sociales, que para mi siempre han sido tan distantes… Yque tanto reflejo son de la oscuridad también y de la luz…
Y entre tanto, con tantas trabas, problemas, y nudos… Complejidades y asuntos diversos… Una muchas veces pensó tirar la toalla. Sobretodo cuando la mirada de la hermana está ahí, haciendo daño. Cuando el trabajo de la otra no se respeta y la falsa sororidad arrasa con todo por momentos… Para mí, durante estos tres años, ha sido lo más díficil: ver como otras mujeres en vez de unir, sumar, crear y compartir en esta Tribu o en un punto común con sus proyectos, que simbolizan lo mismo, que quieren supuestamente lo mismo que quiero yo u otras, deciden alimentar sus egos, su “personalidad espiritual” y lanzar piedras.

Pero aquí seguimos… Sabiendo esquivar algunas de esas piedras, tropezando con otras y reconociendo que una también da fuerza a esas piedras arrojadas, haciendolas más poderosas y más dolorosas.
Y así…
He entregado siempre lo mejor de mi. Reinventándome…
Y aquí y ahora, me siento, respiro y coloco la atención a mi ser, aquí sentada, en la hoguera, desnuda, exhausta. Como si hubiera andado mil años para delante y otros para detrás… Como si en camino hubiera tocado, sentido, conocido, llevado adentro y recordado las historias de todas nosotras. Todas las mujeres. Todas las diosas…
Y la Humanidad entera.
Como si recordara el infinito destello de la Fuente enredándose en mis manos creadoras… Haciéndome brotar el latido, la chispa que encendió  aquella hoguera tres años atrás.
Así me siento.
A pesar de todo ese caminar, sostener, crear y seguir caminando…A pesar de tanto vivir y sentirme tan cansada hoy en día, me siguen quedando fuerzas. Me sigue naciendo la vida. Me sigue brotando esta danza que nos trae al fuego, a compartir, a seguir siendo Una en mundos y cuerpos, circunstancias y vidas tan distancias…

Porque me encanta reconocerme en tus ojos, en la chispa que se prende dentro mientras observas la hoguera. Porque me encanta reconocerte en mi, cuando me veo tantas “yoes”, tantas formas de sentir/ser/vivir…

Me siento humilde. Y feliz de todo lo que he creado/sentido/vivido/sido…
Como si mi labor no fuera tan mía… Sino de todas nosotras parte…
De mis abuelas. De mi madre. De mis hijas futuras…

Bendita tribu.
Bendita tú.
Benditas todas nosotras….

Gracias por permitirme sentir todo esto.
Por ayudarme a crecer, a observar, a seguir creando y alimentando el fueguito de la tribu.

Con todo mi amor, amor amor,
con todo mi ser,
Con tanta mi magia…

Aquí seguimos, con nuevas semillas.

Yo, Mujer Semilla, guardiana de esta tribu,
Rosa Bellido

fueguito

 

4º Sembrar la luna

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El útero es un tambor de vida que late, vibra, canta…
Es un órgano que cambia de tamaño y de de forma, y que guarda memoria.
¿Lo sabías? O mejor aún… ¿lo sientes?


A menudo no lo recordamos pero…
Nuestro útero es un segundo corazón, que late, se expresa y crea la vida en todas sus formas (no solo la humana). Es un espacio vivo que guarda la memoria de todas las mujeres que nos precedieron, pues nuestro útero estuvo en el de nuestra madre y éste en el de nuestra abuela, y éste en el de nuestra bisabuela… y así hasta la primera mujer.

Todas estamos unidas desde esa primera mujer y la MadreTierra, por el hilo rubí.
Todas sangramos mes a mes, creando la vida a partir de ese hilo.
Todas tenemos un tiempo de reconexión profunda con el misterio femenino: la sangre, y con la vida-muerte-vida, el poder creador/destructor de la MadreTierra y la alquimia que trae la consciencia cíclica.

Así, imagina lo que estamos haciendo si tiramos la sangre menstrual a la basura, como si fuera desecho. ¿Cómo estás tratando algo que te une a todas las mujeres, a tu consciencia, o a tu útero?

La menstruación nos ayuda a liberar, renovar, abrir y guardar mucho de lo que somos emocional, psíquica, física y espiritualmente.
¿No te lo crees?
Fíjate qué pasa en ti cuando no menstrúas porque hay un retraso.
Más allá del miedo al posible embarazo no planeado, tu cuerpo se siente bloqueado, pesado, duermes mal, estás cansada, retienes líquido, te sientes hinchada… Y en lo emocional no estás mejor: estás irascible, irritada, desconectada, enfadada, vulnerable, como sin estar en ti…
¿No te ha pasado? ¿No lo has sentido alguna vez con algún retraso?

Y todo se reduce a que tu energía no fluye, porque hay algo bloqueándola. En nuestro útero, en nuestra matriz, reside la energía primordial… Y algo ocurre con ella cuando tenemos un retraso.

Hoy, siguiendo con el “Plan de autocuidado cíclico” que te cuento aquí,  vengo a hablar de algo que puedes hacer cuando sientas dolor, desconexión, tu ciclo sea muy irregular, quieras sanar tu linaje (o estés trabajando con él), hayas tenido un retraso… O simplemente quieras adentrarte en tu naturaleza cíclica de una forma más amorosa, respetuosa y consciente.
La “siembra de Luna” te invita a elevar tu consciencia y vibración, adentrarte en ti y reconectar con tu espiritualidad femenina. Faltita nos hace todo esto en este mundo. Sí, poner más corazón y menos mente, y habitarnos de verdad desde el sentir del cuerpo y su expresión, desde el lenguaje de la piel y la sangre…
Por eso, aquí y ahora, te invito a abrirte a esta posibilidad sin juicios, sin racionamientos que limitan tu sentir… Prueba, a ver qué pasa, aunque sólo sea por una vez.

Te diré algo, sembrar  nuestra luna (menstruación) es algo muy íntimo, que requiere dar un paso adelante ante las creencias que nos han ido inculcando sobre nuestra sangre menstrual.  Es algo bastante raro, extraño, que a muchas mujeres les puede parecer de locas…
Pero es que precisamente requiere romper con todo ese tabú que aún en pleno siglo XXI sigue existiendo con la sangre menstrual, con que es sucia, con que es algo demasiado asqueroso… y aceptar nuestro cuerpo de mujer  tal cual es.

Sembrar la luna es una forma de limpieza, conexión, transformación, sanación y gratitud.
Y no, no es para todas, supongo.

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Es un canto a la vida y también a la muerte.
A la vida, porque con esta sangre la humanidad existe (entre miles de ejemplo más).
A la muerte porque, un poquito más, “muere” la sombra (entendiendo ésta como todo ese dolor oculto, silenciado, el sentir más profundo que muestra todo aquello que tenemos que recolocar, reaprender, sanar…  La sombra son todas nuestras emociones más negativas, que tiene mucha relación también con lo heredado, con los patrones y arquetipos sociales y las creencias que se nos ha inculcado del cuerpo, de la responsabilidad, la culpa, etc) y al morir un poquito más la sombra, algo profundo se transforma… Asíllega el silencio de la calma… Y con ese silencio, viene la escucha de todo lo bueno que está en ti,  y la sabiduría.
Empiezas entonces a verte hermosa, consciente, capaz, valiosa, llena de vida, de poder, de raíz, de dones… ¿Me sigues? Todo se transforma. Porque tú entiendes que eres la hacedora de tu propia vida, de tu propia luz, de tu propio transitar. Tienes ese gran poder.
Y muere también un poquito más ésa vieja mujer… que cada vez menos te representa, porque comienzas a entenderte sagrada, poseedora de toda la sanación, única hacedora de tu vida, sí.

Sembrar la luna también es dar las gracias a la vida por ser cíclica,  en constante cambio y/o evolución y movimiento. Es dar las gracias por tener el don de la vida y la oportunidad de recogimiento e introspección, mes tras mes, luna a luna, en donde observar todo aquello que no queremos, que nos duele, que no nos deja continuar y se atraganta en las tripas…y devolverlo a la Madre Tierra en forma de ofrenda.
Es precisamente eso, darle las gracias a MadreTierra por estar dentro de nosotras, y recordarnos que formamos parte de algo externo, porque también hay algo interno que vibra, late, danza y se mueve igual, entrelazado y en armonía.

Y por supuesto también es una forma de gratitud, de honrar y sanar todas nuestras heridas… que no son sólo nuestras, sino que forman parten de nuestro linaje de mujeres, abuelas, ancestras y madres de nuestro árbol uterino.
Entregándole a la MadreTierra todo ese dolor, ese sufrimiento, ésas lágrimas, toda la sombra, todo lo que emerge y no se sabe transformar todavía, gestionar o aceptar su desafí …
Ahí lo devolvemos, a la Tierra, de donde vino. Para que tras ese hoyo, tras esa planta y su raíz, tras esa ofrenda, todo se transforme y haga el camino de vuelta también en nuestro corazón y útero…

Y sé que para muchas esto no es nada fácil.
Quizás haya demasiado mente mientras estés leyendo esto y me llames loca, sucia, “ay qué vergüenza”, etc. No pasa nada. Tal vez esto no sea para ti…
Pero sólo observa entonces qué te dices a ti misma con esa mirada. ¿Cómo miras tu sangre? ¿Cómo tratas tu cuerpo? ¿Cómo te relacionas con tu naturaleza cíclica? ¿Y con ése dolor, qué haces, luchar…? ¿No prefieres transformarlo y entender qué quiere decirte que duela algo tan natural como respirar, orinar, cagar (si, deja de ser tan “correcta”, ¡somos animales!) o comer?

Te invito a seguir leyendo si le pusiste demasiada mente-censura a todas las líneas y preguntas anteriores, para darte la oportunidad de abrir un espacio nuevo en ti que no controles, sino sientas.
Y a ti, que ya siembras tu luna o tienes ganas de empezar a hacerlo, te muestro aquí, cómo yo hago este ritual de Luna desde hace años ya , y cómo puedes hacerlo o inspirarte para hacer el tuyo.
El ritual íntimo de alquimia y medicina sagrada que puedes hacer mes tras mes, simplemente para ti…

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Lo primero por supuesto, es dejar de usar tampones y compresas desechables.
No solo porque son tóxicas y tienen compuestos que te hacen sangrar (puedes ver más aquí ), sino porque te desconectan de tu naturaleza menstrual, no te permiten ver el color de tu sangre (recuerda que ésta dice mucho de cómo está tu salud según su matiz, textura, color…), contaminas el planeta, y perpetuas la idea de que es algo sucio, de que es tabú o es algo que “no tiene que ver contigo”, y te lo metes bien adentro vez tras vez (por mucho que creas que es un acto-reflejo, ya bien metidito en ti y completamente normal, NO LO ES), negándote mucho así.
Pasa varias lunas experimentando y viendo qué cambios hay, qué sientes, cómo vives menstruar y qué cosas van cambiando tras usar compresas de tela (yo empezaría por ahí) o la copa menstrual. Eso te ayudará a ir reconciliándote con ella y sanar la herida patriarcal de verla como algo repulsivo, sucio, inservible…

Ahora, en cuanto al ritual, te muestro dos formas que yo hago según como haya vivido mi mes o cómo haya sido.

1- La cueva que transmuta:   cuando me ha ocurrido algo durante una luna (menstruación) y otra, a nivel emocional o ha sido un mes difícil o movidito internamente por lo que sea, y me siento removida, cansada,  triste, enfadado, etc… Hago un hoyo en la Tierra, como una cuevita subterránea y deposito en ella mi sangre. Después, con la tierra que he quitado, tapo la sangre y echo dentro o pongo encima flores, hojas, ramas, piedras…

De esta manera siento que entrego mi dolor, mi pena, a la Tierra desde lo profundo, para que Ella lo transmuta y de ahí crezca, con sus nutrientes, desde la oscuridad, la luz.

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2- El riego de la vida:
cuando mi mes ha sido equilibrado, o me he sentido más conectada conmigo misma, emocionalmente en bienestar o en mi centro, entrego mi sangre en forma de río que riega directamente las plantas, los árboles, las flores…

Así mis emociones que son vida, nutren otras directamente. Como rayos de sol que se encuentran y hacen más fuertes y brillantes, en la luz.

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Y en general, a modo de Siembra LUNAR, independiente de la forma que elijas, a mi parecer, siempre ha de haber estos factores dentro del RITUAL:

  • LA SANGRE:
    Deja remojar en un recipiente con agua tus compresas de tela, durante unas horas o frótalas para sacar la sangre (por supuesto sin jabón). Después recoge esa agua y échalo en un recipiente especial (que sea exclusivamente para eso, y bonito para ti)
    Si usas la copa: vacía tu sangre dentro de un recipiente destinado a tus “recogidas”. Cada vez que la vacíes,  añádele un poco de agua para compensar tantos nutrientes.

    El ritual de “ la siembra” lo puedes hacer en el momento, cada vez que tengas suficiente agüita,  o ir juntándola durante X (todo el día de sangrado, tus días de luna…) para hacerlo al final, antes de ir a dormir o cuando tú sientas.

  • EL ALTAR LUNAR: tanto si eliges el campo o la naturaleza, como si prefieres hacerlo en una de tus plantitas, en tu entrada de casa o tu patio; crea un altar  decorando el lugar con cosas bonitas con las que vibres, con cosas que te gusten: velas, piedritas, minerales, flores,  alguna figura, algún collar…etc.  No tiene que ser algo muy grande o recargado..
    Es el espacio que acompañará tu entrega a la MadreTierra, el proceso por el cual devuelves tu sangre, y eso no puede ser de cualquier manera.
    ¡Ponle sentido! Hazlo bonito.

    Recuerda que ese lugar sagrado lo estás preparando para ti. Para tu Diosa interior. Para tu sabia interior.
    Conecta con tu respiración, siente cada cosa que pones (no es poner por poner, o hacer por hacer), cada pensamiento, cada detalle… ¡Es importante! Es un espacio íntimo para celebrar y honrar algo muy bello y sagrado: tú renacer. Tu sangre de vida. Tu sangre creadora. La savia que te une a todas las mujeres de tu árbol.

  • LA ORACIÓN:
    en si todo este ritual, todas las opciones, son bien personales e íntimas.
    Dependerá de ti porque lo importante de esto es dejarse fluir, llevar, adentrarse en todas esas emociones que van surgiendo y dejar hacer a la Sabia que llevas dentro.
    Deja que tu espiritualidad se exprese. Deja un poquito la mente y recréate en la luz de tu cuerpo que sabe qué hacer… Es magia, magia pura.

Y cuando la magia se manifiesta, está trayendo la medicina interna que portas, que guardas.

Puedes cantar, reír, llorar, murmurar, cantar un mantra o decir una oración.
¡Y tantas cosas más!
Celebra la vida.
Celébrate cíclica.
Célebrate viva.
Celébrate sana.

Porque si la sangre llega, aunque duela, aunque te remueva, aunque estés en todo ese proceso de sanar… ¡Estás sana, viva!

Di aquello que surja… Déjate llevar…
O bien puedes preparar unas palabritas como éstas:


“Yo, mujer sagrada,
cíclica, imperfectamente perfecta,
semilla de La Tierra,
te entrego mi sangre de vida,
mi luna roja,
savia sagrada que lleva parte de mi.
Yo,
desde mi niña, mi mujer madre,
mi chamana y bruja,
desde ésta, mi esencia cíclica,
me entrego, suelto y libero.

Para despertar mi medicina interior
y sanar infinitamente.
Desde la sangre que me trajo hasta aquí,

Donde se guarda la memoria y con ella se manifiesta.
Mi madre, mis abuelas,
están aquí.
Ellas soy.
Ellas suelto, también.

Yo, mujer sagrada
te devuelvo mi sangre,
para que tu medicina se abra, Gran Madre,
para recordarme a mí misma que vengo de ti.
Que en mí estás,
y conmigo, está tu medicina milenaria,
tu latir y fecundidad.
Yo (tu nombre)…
invoco mi gran poder,
para sanar, florecer,
recordar y forjar
a esta nueva mujer que hoy renace.
Gracias sangre por
hacer que mi cuerpo sea alquimia y vida.
Gracias Madre
por contenerme y sostenerme.
Gracias (tu nombre)
por seguir creciendo
en Unidad conmigo.
Así sea.

Y así será”.

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Deposita entonces tu sangre y quédate ahí al menos un ratito, sintiendo, en silencio, meditando, cantando, simplemente siendo Una con la Tierra y contigo.

Deja que la magia se abra paso, ante la mente o la prisa… Ante el juicio y la vergüenza.


 

Nuestra sangre menstrual devuelta a la MadreTierra, crea vida, pues  contiene cantidad de nutrientes, vitaminas y células madre. ¿No te parece mágico? Conectando contigo, sintiendo, dándote espacio para experimentar y sanar…  Estás devolviendo vida a la Tierra que nos han enseñado a tirar…

Al menos una vez date el permiso para hacerlo… A ver qué pasa.

Y es que sembrar la luna es permitirnos la posibilidad de renovar toda nuestra interioridad, “resetearnos” de dolores y penas, y así liberarnos (e incluso liberar a nuestras ancestras) de lo que ya no nos vale, ya no sirve, ya no queremos más.

Devuélvela a la Tierra.
No la tires más.

Con Amor,
Rose

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3ºDar un paso adelante

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No huyas de ti.
No huyas de tu cuerpo.
No creas que está afuera lo que estás buscando.
Tú ya eres. Tú ya tienes. Tú yasabes.
Está en ti. Eres toda tú.

Y hacer las paces con tu cuerpo y conocerte, es todo lo que necesitas.


Todo ese cambio que buscas. Toda esa gran mujer que deseas ser….
Todo este “espejo” que te hace beber estas palabras ,con ansias de conocer por dónde es el camino que te lleve hasta ti, te recuerda una vez más que está dentro…
Todo está dentro.
¿Quién mejor que tú para encontrarte?
Nadie va a hacer tu trabajo.
Porque
Tú ya eres la clave, el mapa y la brújula de tu propia historia, querida.
Empieza a creértelo.
Da un paso hacia delante.
Ya es hora. Ya es el tiempo…

Créetelo. Siéntelo. Escríbetelo allá donde lo veas tooodos los días para que no se te olvide. Todo el rato, recuérdate poderosa.
Recuérdate capaz, valiosa y fuerte.
Tú ya eres lo que estás buscando.

Para hacerlo, integrarlo y no solo quedarse en un paso aislado, de los tantos que damos en la vida, observa todo lo que te ha hecho llegar hasta aquí.
Reconoce todo lo que has logrado, lo que has dejado atrás porque ya no vale o no te sirve…
Recuerda que ya fue. Ya fuiste… Ahora vas a dar un paso.

A veces el principio de la historia comienza con un montón de miedo y una sensación a la vez suave en la boca… Solo un pasito, ¿ves? un nuevo paso, como el que diste cuando aprendiste a andar, y ésta vez no es tan distinto… Porque estás aprendiendo a andar confiando en ti y queriéndote a ti por encima de todo.

Nuestro cuerpo cuando damos un paso adelante, hacia nosotras, hacia nuestra nueva yo, se expande y empiezan a caérsele los viejos trapos, las viejas pieles, todo aquello que lo abrumaba, lo encarcelaba y dañaban.
Imagina lo que ocurre en este autocuidado cíclico…. Tu Ser empieza a brillar muy fácilmente. Desde el minuto uno se nota la nueva vida.
Es un brillo, y es que el cuerpo empieza a brillar de una forma muy especial: de adentro hacia afuera.  Es como una sensación que sale del fondo de nosotras a nuestra piel… Y ésta parece que se siente suave, fuerte, luminosa. Reflejándonos.

Lo mismo ocurre cuando en vez de dar un paso hacia delante exteriormente, lo hacemos interiormente. Y nos cuidamos de verdad. Empezamos a integrar que escuchar el cuerpo, las emociones, la intuición y el Ser trae más recompensas de lo que esperábamos.

Para que sientas de qué te hablo, y lo vivas en ti sin tanta “teoría”,  hoy vengo a hablarte de 5 cosas que puedes hacer para cuidarte desde tu cuerpo cíclico, siguiendo con los posts del “Plan de Autocuidado cíclico” del que te empiezo a hablar aquí.

  1. Fuera químicos:
    ¿Cómo tratas tu cuerpo? Tu cara, tu piel, tu pelo, tus uñas, tu vagina, tu útero, tu estómago… Como te tratas externamente te tratas internamente.
    Hay cantidad de componentes tóxicos en geles, champú,  desodorantes, cremas, maquillaje, alimentación…. e incluso, por supuesto, en la higiene menstrual. Químicos que en este caso, nos pueden producir hongos, cáncer, desconexión, mayor sangrado para comprar más, etc (puedes ver más info de esto aquí)
    Dejar de usar esos productos que contienen sulfatos, parabenos, polietilenglicol, entre otros nada saludables para nosotras, es dar un paso adelante y cuidar nuestra salud en todos los sentidos. Te parecerá una tontería pero ¡prueba a hacerlo!
    ¡Hay alternativas! Productos naturales, hacerlo tú misma, otras alternativas de higiene menstrual… ¡Da un paso hacia delante!

  2. Recuérdate ese paso que diste para ti: 
    Cuando tengas un mal momento, no puedas más, estés rodeada de quehaceres y prisa, hayas recibido una mala noticia, estés en tensión, preocupada, agobiada… Aparezca un mal pensamiento hacia ti o unas palabritas feas mirándote en cualquier momento (y millones de ejemplos más!), RESPIRA.
    Cierra los ojos, siente cómo tu cuerpo está sosteniéndote sin tú siquiera darte cuenta: cómo respira, cómo late, cómo vibra, cómo funciona… y dónde te duele (en qué lugar sientes ese sufrimiento, agobio, malestar…). Lleva tu intención y consciencia a ese lugar que descubres en más tensión o sencillamente al corazón y estate ahí durante unos segundos. Se trata de darte amorcito, una buena palabra, un buen sentir… ¡El cuerpo como herramienta! R e s p  i r a.
    También puedes hacerte con un buen “botiquín de primeros auxilios para ti misma”. ¿Que qué es esto? Afirmaciones, meditaciones, un buen plan para ti misma de amor, escucha, mimo y atención.  ¡Lo que te mereces! Entonces ponlo en marcha.
    Cuando lo hagas, cuando pongas en marcha ese respirar consciente, esa afirmación que te digas a ti misma en ese momento de malestar, literalmente, da un paso adelante. Siente como tú eres la que ha elegido cambiar su realidad por una mejor: ahora más consciente y enamorada de ti. Solo entonces, abre los ojos.Ahora te has recordado el compromiso que tienes contigo misma de autocuidado.
    No lo olvides, ¡tratate bien!
  3. Renuévate cada día:
    El autocuidado es práctica. No hay más.
    Estamos acostumbradas a ver el cuidado para nosotras de una forma muy superficial, como nos han vendido el patriarcado durante mucho tiempo: que nos quiere libres de estar en nuestro centro, en nuestro poder, y dentro de unos cánones y estereotipos.
    Pero vemos como algo natural y “normal” ,también socialmente, el cuidado para otr@s: hij@s, pareja,padres, familia…El autocuidado es tomar consciencia de nosotras mismas en todos los sentidos: físico, emocional, espiritual, mental… Además, cuando te hablo de autocuidado cíclico me refiero a vivirte desde tu naturaleza cambiante, esa parte mamífera que habita en ti, de animalilla poderosa y vulnerable. Es nutrirte diariamente desde la mujer que eres y las miles de emociones/diosas-mujeres/experiencias/universos que pueden llegar a sentir en un corto (o largo) periodo de tiempo dentro de tu cuerpo (y todas su facetas).
    Y eso, frente a miles de días olvidándote de ti misma no se logra sino es con práctica, práctica, práctica.
    🔻Todos los días, dedícate un momento para ti (ojalá pudiera ser sin tiempos pero si no puede ser así, al menos un gran ratito) en donde cuidarte y tenerte sola para ti: puedes pintar, crear, escribir, darte un baño, sencillamente estar con una taza de té/vino/etc, hacer meditación, yoga, dar un paseo, hacerte un plan detox y cumplirlo… ¡Lo que necesitas/sientas! Solo tú puedes valorar qué te hace cuidarte, sanar, renovarte, cargar las pilas…
    TODOS LOS DÍAS, acuérdate.
  4. Sé tu:
    No nadie más única, maravillosa, completa, especial y valiosa en el mundo.
    ¡SOLO TÚ!
    No intentes imitar a nadie porque estarías perdiendo tu esencia.
    Vívete tal cual eres. Quiérete como ya eres. Y apuesta por vivirte expresándote sin tapujos contigo misma.
    El mundo necesita que todos seamos un poquito más amoro@s con nosotr@s mism@s y con nuestr@ niñ@ interior…
  5. Acepta que el dolor trae mensaje:
    Sea físico, emocional, una mezcla de ambos o del tipo que sea, el dolor siempre trae un mensaje que muchas veces no nos permitimos ver, aceptar e integrar.
    NO siempre tenemos que entenderlo. A veces no a todo hay que ponerle la mente…
    Si nos abrimos a la posibilidad de escucharnos cuando algo (sea del tipo que sea) duele (una relación, unas palabras, el dolor menstrual, la niña herida, un síntoma en el cuerpo, etc) abrimos la medicina que TODO lleva dentro (léelo de nuevo).
    Si, he dicho TODO. Hasta lo que nos mata lentamente… Todo tiene medicina dentro.
    Tú también, ¡claro!Dime, ¿cómo te tratas frente al dolor? ¿cómo te hablas a ti misma cuando algo (fisico, mental, emocional…) duele? Por ejemplo, ¿cómo te tratas cuando enfermas? ¿Te culpas? ¿Te reprochas? ¿Sigues el mismo ritmo de siempre? ¿Exiges a otr@s el cuidado que no te das a ti misma?Eso dice mucho de como te estás tratando en la oscuridad, en todo lo que no aceptas, en todo lo que no puedes controlar de ti…
    Y es que auto-escucharnos, auto-aceptarnos, darnos el autocuidado y la posibilidad de cambio y de ese paso al frente para ser una “nueva yo” también forma parte de aceptar el dolor que llevamos,responsabilizarnos, ver las sombras internas de frente, la raíz y así transformar y sanar.No es fácil, lo sé.
    No es un camino rápido, ni es algo que nadie vaya a poder darte más que tú misma.
    Pero créeme cuando te digo que cuando das ese pasito adelante, y te dices a ti misma “sí,quiero” para siempre, las cosas empiezan a brotar distintas…
    ¡Hasta las lágrimas y la risa!Cambia muchísimo tu vida cuando tomas las riendas y te das la oportunidad (como me encanta ésa palabra!) de amarte de verdad, cuidarte sin límites y saberte responsable y capaz de todos los cambios que quieras hacer.
    Por ejemplo: dejar que el dolor menstrual te bloquee la vida, creer que otr@ tiene la respuesta que tanto buscas, o vivirte sin gozar la majestuosa Diosa que eres.

    Hazlo, hermana. Ahora.
    Da un paso adelante: por ti, siempre…
    Y por todas nosotras.

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    Con Amor,
    Rose

     

     


    🔻 Si crees que esta información puede servirle a alguien, ¡comparte, difunde, diVULVA!
    🔻¡No te quedes aquí! Observa, reflexiona, cuestiona, crea, expande…
    🔸 Si quieres indagar en tu naturaleza cíclica y vivirte plena desde tu Ciclo Menstrual, a través de la Terapia Menstrual, mira aquí.

2ºVivirte libre: arquetipos del ciclo menstrual

recuerdaeresciclica

Hoy vengo a hablar de los arquetipos del ciclo menstrual. Y lo hago siguiendo una serie de post que he escrito para ti, basados en lo que yo considero un “Plan de amor cíclico”, que puedes ver aquí. En el anterior post te hablé de la importancia de reconocerte cíclica  (Si no lo leiste puedes leerlo ahora aquí) y de tus fases, hoy vengo a complementar esa información con una parte muy especial.

¡Que lo disfrutes!


Los cuatro arquetipos del ciclo menstrual nos ayudan a comprender que no estamos solas en esos cambios profundos a lo largo del mes, que no es algo únicamente nuestro, sino que hay ciertos aspectos inconscientes de este proceso hormonal compartidos por todas las mujeres a lo largo de toda la historia.
Y es que según Carl Jung (psicoanalista clave y fundador de la escuela de la psicología analítica): los arquetipos son imágenes ancestrales que también forman parte del inconsciente colectivo. Son las formas que se les da a las  experiencias y recuerdos de nuestr@s antepasad@s, y a la vez, la forma que desarrolla cada individu@ a través de la influencia de su contexto sociocultural. En definitiva, son representaciones mentales comunes  que pueden ser legadas por nuestr@s generaciones pasadas y que tod@s sentimos, a través de las cuales podemos interiorizar ciertas actitudes.

En el ciclo menstrual, los cuatro arquetipos corresponden a las cuatros fases hormonales que ocurre a lo largo del mes en los cuerpos menstruantes.  Por supuesto, cabe recordar que las hormonas son una base fundamental para conocer nuestros cuerpos, cómo reaccionan, cómo se expresan, desde dónde partimos… Es la química de nuestro mapa de autoconocimiento, que como bien sabes (y repito sin cansarme), es nuestro ciclo menstrual. Pero no todo se queda ahí. A eso se le suma toda “la parte heredada”, esos “patrones” de pensamiento colectivo que nos ayudan a interpretar ciertos roles, pensamientos y emociones “comunes y sociales”. Roles que marcan ciertas conductas.
Y a su vez,  desde mi punto de vista, una fusión de ambas partes (y de mucho más): nuestros sentires.

Así, al igual que nuestro ciclo se divide en cuatro fases, esas mismas fases corresponden con cuatro arquetipos principales.
 No son los únicos, es decir, desde mi experiencia somos muchos más… Ni son verdades absolutas, pero ayudan a seguir recordando unas bases de conocimientos que pueden inspirarnos y ayudarnos a profundizar en nuestros cuerpos y experiencias. ESO ES LO IMPORTANTE. Siempre.
Porque no tiene ningún sentido hablar solo de la teoría y no llevarlo a la práctica…

Cada cuerpo es un mundo y donde yo veo 4, 8 o 90 mujeres en mí (arquetipos), quizás tú ves 2, 5 o 20…  Y otra hermana ¡ninguno!
Tu experiencia, nuestra experiencia, y el habitarte y habitarnos desde el cuerpo, reconociendo esa aprendizaje propio y transformando todo conocimiento en ti, en nosotras mismas, es la clave para conocerte única, cíclica y cambiante.

Además, recordando esto, es importante tener presente el mundo externo donde vivimos. Que no es fácil, que no ayuda… Y que creo que, realmente, para conocernos en profundizad desde esta perspectiva cíclica, no solo debemos conocer o crearnos una teoría o un conocimiento acerca de nuestras hormonas y de nuestro compartimiento biológico; sino que debemos observar nuestro alrededor, nuestras circunstancias externas, y tener muy presente nuestro contexto antropológico. Si no lo hacemos, creo  que este conocimiento cojearía y solo tendríamos una teoría que nada tiene que ver con nuestros cuerpos reales.

Bueno, todo eso que te brindo puedes seguir cuestionándolo, investigándolo y hacerlo propio. Respira tranquila si no te encuentras aquí, si todavía no reconoces a esas mujeres en ti o si esto no va contigo…

Y ahora… ¿Hablamos de los cuatro arquetipos principales cíclicos?

¡Allá vamos!


Permitirnos conocer nuestro ciclo menstrual en profundidad, observándolo, analizándolo, investigándonos… Nos ayuda a entender que esos cambios hormonales o físicos, también tiene una serie de características que en conjunto, parece que fuéramos distintas mujeres en un solo cuerpo… Aunque éste, nuestro cuerpo, varíe en ocasiones tantísimo que ni nos reconocemos en él.
¿Y si tuviéramos la oportunidad de ser distintas mujeres en un cuerpo cambiante, también?

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-La arquera o Mujer flecha:

Es la mujer que aparece en tu fase preovulatoria, es decir, tras la menstruación y antes de la ovulación. Es enérgica, dinámica, expresiva, independiente y llena de frescura. Tiene mucho de mental, porque nuestra cabeza va muy rápido en esta fase. Es una mujer que se come el mundo, que necesita de actividad y consigue hacer muchas cosas. Por eso, aunque se conoce de distintos nombres, yo la llamo “la arquera o mujer flecha”, porque en mi la reconozco directa, con los objetivos mentales claros, rápida y segura, como una guerrera.
Claro, eso cuando se siente bien, en equilibrio… Sino, como todo, tiene su doble cara. “La cara oscura de la luna”. Y aparece cansada, dispersa, haciendo cosas (en general) sin orden o acabado. Perdida en decisiones, sin encajar socialmente (a pesar de ser una etapa muy social y “productiva” en ese sentido), actuando desde la niña herida…

-La Nutridora:

Mujer que acoge y crea puentes. Corresponde con la fase de ovulación.
Es de energía suave, acogedora, empática. Atenta, detallada, cuidadosa… Me gusta llamarla “nutridora” porque siento que eso es realmente lo que hace: nutrir, sostener, acompañar, y amar… Cuando está en equilibrio, cuando se siente bien,  está muy ligada a la MadreTierra, a los ciclos de la vida, a la apertura y a la creación, y maneja en sus huesos  y en la piel el poder que da eso (al menos yo la he experimento así) : mujeres creadoras y destructoras al mismo tiempo, en equilibrio, sin dolor, ecuánime.

Pero en desequilibrio, puede sostener demasiado a otr@s, cuidar, estar siempre atenta de más a otr@s olvidándose de sí misma… Desde la mujer “encadena” al rol de los cuidados o a esa mirada de la “feminidad” que se nos ha impuesto desde el patriarcado.

Durante esta fase y a lo largo de los siete años que llevo investigándome y experimentando esta “ciclicidad consciente”, en esta fase de mi ciclo veo/siento/vivo a varias mujeres en mí que varía según las circunstancias que viva en ese momento.
Así en ella está también: la mujer sexual, la mujer araña y  la mujer montaña.
Todas las estoy compartiendo contigo en las sesiones individuales de terapia menstrual*

La Chamana o Mujer Medicina:

Para mí es un arquetipo fundamental y que necesita socialmente ser muy recordado. Pues corresponde a la fase premenstrual (después de ovular y antes de menstruar), tan odiada, maltratada y debido a su alto poder, menospreciada por el patriarcado y este sistema que nos odia cíclicas y nos controla menstruando.
Hemos olvidado el poder, la sabiduría y el misterio de esta mujer que somos. Que tiene mucho del arquetipo de la Mujer Salvaje….

Es una mujer poderosa, que grita en ocasiones cuando el cuerpo duele, cuando no es escuchada. Entonces, se convierta en esa “cara oculta de la luna”, destructora, llena de rabia, que hace un “popurrí” de todos los dolores que vivimos en el mes. Dolores emocionales/espirituales que han ido surgiendo de la arquera, la nutridora… Y que, si no son escuchados esos mensajes, esos dolores, esas voces, seguirán hasta la última de nuestras mujeres (o primera, porque recuerda que esto es un círculo): la bruja. La etapa menstrual, con ese dolor profundo de la sangre….

Me gusta llamar a esta mujer, Mujer Medicina, porque tanto si está en equilibrio como si no, nos muestra el mensaje profundo de nuestro cuerpo y de nuestro ser. Es, desde mi punto de vista, la que tiene la unión de nuestras (mínimas) cuatro mujeres y todo el Ser profundo y hermoso que somos.
Si está mal, si no es escuchada o si tiene (o tienen las otras mujeres) algo pendiente, ella se expresa a través de la ira, de emociones en constante cambio, desde una vulnerabilidad difícil de sostener… Nos habla cuando por ejemplo estamos en grupos, de no ser suficiente; o cuando nuestra madre nos dice algo, de lo poco que nos quiere, etc. Nos recuerda el dolor, así, sin miramientos. El dolor profundo, el enquistado, el que no se escucha o se atiende por miedo a salir de nuestros límites conocidos… Por miedo a caernos más y más en la sombra.

Es la que vives cada vez que tu ciclo “se para” y no continúa, cuando tu sangre no llega y sigue contando los días… Cuando existe el bloqueo.
¿Qué quiere decirte esa mujer? Reconocerlo  solo depende de ti…
Pues es Ella quien tiene ese lado más espiritual y profundo, que une cielo y tierra.
Sanadora, enraizada y espejo de toda nuestra potencialidad que es medicina y nadie más puede darnos.

En cambio, si está conectada y equilibrada en una mujer que se permite escuchar el dolor, o que profundiza en los mensajes de esos cambios emocionales, y se deja ser, reconociéndose, habitándose, tratándose bien… Es una mujer con mucha capacidad de visión, de transmutación y alquimia. Si es así, ésta nos permite avanzar en caminos muy muy muy conscientes, deliciosos y llenos de herramientas para gozar del Ser espiritual que somos, en comunión con el Todo. Sin máscaras, sin trajes inventados… desde la naturalidad innata de SER.

En definitiva, Ella nos prepara para el camino rojo: la sangre menstrual.
Si no se la escucha, será como la Diosa Kali, destructora, y hará que esa sangre te duela. Y el alma pese mucho…
Pues es ella la última de tus mujeres… para volver a empezar con

-La bruja roja:

Mujer de silencio, de cueva, de quietud. Es la que aparece en tu sangre menstrual, cuando ya coloreas tus bragas.
Es el comienzo. La que inicia y el resumen físico (sobretodo), pero también emocional y espiritual de cómo han estado todas y cada una de las mujeres de tu mes. No sólo éstas cuatro… TODAS. Aquellas que sólo tú sabes cuántas son… Y las que también te unen a las mujeres de tu árbol: tu linaje femenino.
Pues es Ella, siendo escuchada y respetada, la que descansa el cuerpo para terminar de colocar, limpiar y soltar dentro, ahí dentro, en ti, todo lo aprendido en ese mes de cambios.
Es quien “ajusta” todas esas percepciones, visiones, emociones y pensamientos a la realidad y decide qué hacer con ellas… Eres tú, en tu cuerpo limitado, quizás dolorido, vulnerable, de animal mamífera.
Y por supuesto tú decides si darle descanso y dejarla hacer en su “brujería”, que no es más que la sabiduría innata, ancestral y mística que trae la sangre…
O si le “cortas” e interrumpes, sin escucharla, con una vida “normal”, con esos ritmos frenéticos que sigues a lo largo del mes como si tu fueras un ser lineal en este mundo cíclico… Sin escucharte, sin haberte, sin comprenderte, sin permitirte…
A veces con una pastilla frente a su mensaje de dolor, de no autocuidado, de no autoescucha… Silenciando lo que tu cuerpo, tus hormonas, tus emociones, tus tiempos y mujeres te están pidiendo….

Deseo que las descubras en ti.
Que te vivas libre, reconociéndote en todas y cada una de tus mujeres y sus curvas y sus caras…
Que toda esta información la lleves al cuerpo, a tu propio mapa, a tu templo sagrado: único, especial, mamífero y cíclico. Porque de nada serviría que todo esto solo fueran palabras para ti, sino descubres que su intención es crear un puente para que esa sabiduría cíclica que guardas en ti, en tu memoria, en tu piel, en tu útera, salga, se exprese, sin miedos, sin estructuras de otr@s… Solo tú y tus mujeres. Tu ciclo y tu mapa.

Gracias por formar parte de esta historia, por leer esto y hacerlo tuyo.
Con Amor,

Rose
En mi día 13, Mujer Nutridora.

 



Las sesiones de acompañamiento individuales basadas en la terapia menstrual tienen un 50% ahora (válido hasta el 18 de Febrero), ¡aprovecha esta oportunidad para conocer todas tus mujeres!
Ven que te cuento más aquí.

*Todas las imágenes son de La Tribu Lunera. Y están bajo licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.

 

Mi parto: de ballena y árbol

Lunera,
hoy hace tres años que mi vida cambió completamente, que mi cuerpo se abrió para ayudar a nacer a mi hijo Ryo, y me parí a mi misma…. Nació en casa, en el agua, junto a una mujer maravillosa acompañándonos (Rocío, mi matrona, hermana de alma, de otras vidas y amiga) y su papá (un animal de hombre, guardián del fuego, Mario, mi compañero, mi apoyo, un gran maestro…).
Con inmenso amor, corazón blandito y mi cuerpo sensible todavía recordando todo aquello, te comparto mi relato de parto.
De ese parto nacimiento que duró casi 12 horas, en luna menguante, hace tres años ya…
No he modificado nada y aún me recorre miles de lágrimas cuando lo leo.

Con todo mi amor,
Mamá Rose

altar


 

Si cierro los ojos puedo registrar en  mi cuerpo una a una todas las sensaciones….
Si cierro los ojos escucho el ukelele y viene la penumbra en la que estaba la casa. Todo lo llena… Aquella oscuridad. Era la cueva, estaba dentro de ella y mi cuerpo se abría, sin yo saberlo.
Me levanté de la cama, necesitaba caminar, me temblaban las piernas….
Empecé a andar por la casa, a oscuras, sosteniéndome la barriga porque tenía la sensación de que se iba hacia abajo. Andaba dolorida, casi sin respiración. Con un montón de nudos en la cabeza. Y más dolía, a cada paso. Me paré frente a la chimenea, y como si me agrandara como una giganta, recuerdo soplar fuerte por el tubo (que no era más que el palo de una fregona vieja) para prenderla más. Para llenar la cueva de calor, que era lo que me pedían mis huesos. Recuerdo sentirme mejor mirando el fuego, sentada en mi preciosa butaca, acariciando mi barriga… Me estaba despidiendo. Estaba hablando con mi bebé, mientras allá fuera la luna menguaba. Mientras el fuego cantaba…
Supe que mi bebé venía al mundo cuando mi vagina se llenó de una marea viscosa y me pidió ir al baño. Ahí fue cuando el dolor volvió porque pasaron muchas imágenes en mi cabeza y yo temblaba mezcla de frío, dolor y miedo. Desperté a mi amor, Mario, bestia parda de hombre, con un “Amor, ayúdame porque me estoy yendo y no sé respirar…”
Llevaba poco dormido y estaba cansado, pero no dudó en sacar la sonrisa nerviosa y ponerse a vaciar litro a litro la piscina llena de agua y de flores.
Yo mientras hablaba con Rocío, mi matrona. Mi hermana del alma, mi hermana urdimbre, mi amiga. Mujer de poder y fuerza, guardiana del amor y de la vida. Ella me confirmo, escuchándome respirar, que efectivamente, estaba en trabajo de parto. ¡No me lo creía! Le pedí esperar, a ver si era pasajero… Pero era el momento y todo se puso en marcha. Mientras yo paseaba por la casa, cantaba mantras y bailaba, Mario terminaba de vaciar la piscina y Rocío se ponía en camino a nuestra casita en el campo. Yo me paraba cada ratito en cualquier lado para respirar. E iba encendiendo todas las velas que iba encontrado. ¡Por todas partes! La cueva se iluminaba y algo dentro de mí reconocía ésa luz mágica…

bañera y banderas

Mecía mi cuerpo.
Trataba de mandarle amor a mi bebé que imaginaba nervioso y asustado por el arduo trabajo que nos esperaba.  Invocaba a mis abuelas, tarareando canciones de todas las melodías sagradas que había escuchado durante mi embarazo. Miraba mi casa, reconocía todos los lugares donde había puesto una señal especial para ése momento, los buscaba, para darme fuerza, para regocijarme. A ratos no podía más y otras en cambio, necesitaba terminar de ordenar y organizar vete tú a saber qué cosa.
Quise meterme en el agua caliente, me dolía, pero aún no estaba llena, así que me metí en la ducha. Por ese entonces ya andaba desnuda por la casa con una manta, y recuerdo tirarla al suelo y verme en el espejo, con ésas luces blancas, tan pálida, con aquellos ojos fuego y ésa mirada… Ésa mirada como algunas veces en esos 26 años de vida, donde me reconocí más animal que humana, donde la piel humana no la reconocía…

Recuerdo mirar mi barriga y verla muy baja, acariciarla por última vez siendo consciente (como todos los días en ése ratito tan especial de masaje con aceitito, alguna foto o ducha) de cantarle a mi bebé mientras le tocaba a través de mi piel, que quizás sería la última vez así, los dos separados por mi barrigota… Y empecé a cantar nuestra canción, ahora bajo el agua caliente de la ducha… “Canto al amor, me da mucha alegría… canto al amor que está en mi corazón…”
Cada vez eran más fuertes las contracciones… Tuve que pedir ayuda para salir y pararme frente al mueble de la habitación donde habíamos preparado todo, para abrir las piernas y mover las caderas. Ya no podía más, quería empezar a empujar…
Como si el tiempo se parara estuve deambulando, moviéndome como podía, buscando abrazos… Hasta que en uno de ése buscar, llegó Rocío y puso sus manos sanadoras sobre mi espalda. ¡Bendita sea! Era como un gato sigiloso, amorosa, con sus manos de miel…

Le pedí que me explorara, que me dijera si todo iba bien. Sentía que mi cabeza se me iba, que empezaba a sentirme lejos de todo aquello que me rodeaba: incienso, velas, música, el gran altar, las banderitas con afirmaciones, los amuletos… Me sentía navegando entre mundos ya.

altar luz
Me ayudaron a meterme en el agua y ahí sentí que ya me iba. Que aquella entrada era una puerta a otro mundo, al submundo, donde todo es tinieblas.
Mi cuerpo crujía, recuerdo tanto esos sonidos… Se tensaba y relajaba sin que yo pudiera controlarlo. Pero el agua era un bálsamo… Un mar de caricias.
Cambió los dolores, eran distintos. Me sentía más capaz en ésos momentos de descanso. Nadaba, parecía, en océanos entre tiempos. Y me dejaba ir, nunca me resistí, me marché.

Ahora que lo estoy evocando, registro aquellas emociones en mi piel todavía.
Como si el tiempo se hubiera parado. Las imágenes no tienen orden, están sueltas, y son concretas pero no enteras… Recuerdo el agua. Es la imagen de mi parto. Ésa imagen.

El agua ardiendo.
Las sombras de las velas danzando en su superficie, mis manos a través de ella, mis rodillas clavadas en el suelo, las ondas… Mis movimientos. Era una ballena en un océano de ondas de colores brillantes que se movían hacia arriba como en espiral.
De verdad que esa es la imagen de mi parto.
Mi cuerpo no tenía límites, tocaba toda la piscina. No era piel… No eran huesos y aun así, los sentía, los veía abrirse. Mi cabeza seguía yéndose y tras cada pujo, la colocaba en una toalla que Mario o Rocío colocó para que estuviera más cómoda. Recuerdo el olor a flores… Recuerdo romero, ver una ventana de madera verde y unas montañas. Recuerdo mi nacimiento, no el de esta vida de ahora, sino de otra vida y otro tiempo. Cantaba, murmuraba cosas. Veía puertas… Y las espirales danzando en el agua.

De vez en cuando venía la cordura y preguntaba si todo iba bien, si iba avanzando.
Rocío siempre se mantuvo al margen, respetuosa, amorosa, atenta y cálida.  Ay mi hermana hermosa… Qué bonita es. Siempre me exploraba cuando se lo pedía, buscando la forma, en cualquier postura que estuviera. Recuerdo sus manos en el agua, y yo reírme nerviosa. Mirar a Mario, nervioso también, pegado a la piscina. Y a mi gata, gordita Shakti, con sus manitas encima del borde de la piscina viendo lo que sucedía. Siempre atenta, durnte todo el parto.

Pasaron horas, nunca supe cuántas.
El fuego recorriendo mi espalda, las ganas insoportables de empujar, el llanto.
Recuerdo sentirme ballena… Pesada, navegando, varada… Hacía sonidos, profundos, instintivos, que me aliviaban…. Seguía navegando y sentí que no avanzaba.
El agua estaba poniéndose fría y mi cuerpo temblaba. Estaba cerrada… Sentía frío.

No había más espacio para echar agua porque la piscina estaba muy por encima de su límite. Así que Mario empezó a llenar ollas y ollas y más ollas, una a una, llevarlas a la cocina y calentarlas. El guardián de la cueva también hacía su trabajo de parto, también respiraba cansado y ponía atención a las aguas…. Cuando traía una, ya había otra en el fuego. Y otra…
Recuerdo el agua caliente cayendo por mi espalda…Era un regalo… Recuerdo sus palabras de amor que me sonaban a gloria: “ya voy, cariño, ya voy” y yo pedirle que esperara para ir con la contracción y sentir el agua cayendo sobre mi cuando empujaba. Era fuerza. No solo el agua, él era fuerza… Me sentía llena de amor, bendecida, acompañada. Mis abuelas, la luna, mis hermanas, mi hijo valiente, el sol naciendo. Nunca me había sentido tan capaz, sin miedo. Confiaba…

Hablaba con él, con mi bebe, ya agotada, y le pedía “con el sol mi amor, con el sol”…
Y fue pasando…
Siento el peso del aire, mis pulmones doloridos, las ganas de vomitar… La pared ayuda a agarrarme porque por momentos, me siento en un abismo que me traga y no avanzo…. “No puedo, no puedo”, ya va llegando la hora y mi cuerpo está muy cansado…
Necesité cambiar de postura, se acercaba la última fase.

Necesitaba agarrarme al árbol de la vida que “tenía” delante de mi, que veía en la pared con su tronco brillante enraizado en la tierra. Me puse de rodillas y pujé.
Mi bebé ya casi salía… Su cabecita empujaba mi vagina y pude tocarlo y sentir sus pelitos. ¡Los pelitos de mi cachorro que aún no sabía si era niño o niña! Diosa mía, todo eso estaba pasando, lo estábamos logrando, venía la vida…

Y en un ir y venir de ollas, mientras Mario apuraba los segundos para que se calentara el agua, Rocío gritó “Mario ven, corre, que está saliendo”, y ahí me creía a punto de estallar, y ya no había dolor, el dolor se había ido. La coronación ya estaba y yo era parte de la tierra, como un árbol milenario capaz de todo. Me sentía “la cosa” más fuerte del mundo. Juro que nunca, nunca, NUNCA ANTES, me he sentido tan fuerte. Tan capaz. Tan conectada a mi cuerpo, a mi gran capacidad, tan increible…
Grité una vez más, con mi garganta ya dolorida, y empujé muy fuerte desgarrándome.

Segundos después escuché la voz emocionada de Mario casi en un murmullo “cariño, ya sale… ay su cabecita…tiene los ojos abiertos! Amor, ¡le salen flores de la boca!”.
Y esa frase fue como si de pronto, emprendiera mi viaje de vuelta,  muy suave, a través de los miles de kilómetros que anduve navegando… Y todo fue luz, con su media cabecita fuera. Y un poquito más, su hombro… Y luego su cuerpo que salió de mí, de mis entrañas cálidas y mi cuerpo de loba, de ballena, de árbol, entre flores de colores hermosos.

Mario lo sostuvo en el segundo en el que tardé en darme la vuelta y cogerlo.
Todo se paró. Todo iba muy lento… Yo no recuerdo muy consciente aun qué paso…
Lo agarré tan fuerte en mi pecho y lo sostuve allí congelando el tiempo, sintiéndome tan llena, que no fui consciente de que aún no sabíamos qué era. Fue Rocío quien lo dijo, y nos reímos. Recuerdo verle su carita, tan hermosa, tan llena de luz. Recuerdo el olor, mis manos encima de su piel, mis labios temblando…Recuerdo ese cuerpo caliente, lleno de vérnix suave, blanquecino, resbaladizo…  Y supe que era Ryo antes de mirarle entre las piernas. Ése niño con el que soñé años antes…. En el segundo en que comprendí que nos reencontramos. Que por fin estábamos juntos de nuevo.

Mi dragón de manos grandes no lloró.
Nació con los ojos bien abiertos, cubierto de luz. Acurrucado en mi pecho, casi sonriendo. Abriendo la puerta a lo mejor de mí, renacida, revivida, poderosa.
Un 10 de Febrero con luna menguante, con el cielo nublado, preparándose, para iluminar con el sol que vino después, esta nueva vida.

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La placenta fué alumbrada horas después. Hoy será bendecida y haremos un ritual de agradecimiento, para plantarla junto con un árbol que acompañará la vida de Ryo la próxima semana.
Agradecida de esta hermosa extensión de amor, guardiana de la vida, árbol sagrado que volverá a la MadreTierra en forma de gratitud, amor y con sumo respeto, como merece.

Bendita la vida.
Bendita su vida….
Bendito mi cuerpo y mi útero…
Gracias gracias gracias.

Con Amor,
Rose