Me quedo sin voz. Tengo cientos de historias atravesándome la garganta. Son como piedras que me hacen hundir, que me llevan pa la tierra. Y necesito tumbarme un momento, sin tiempos ni ropa, hecha feto en el suelo. Sea cual sea.
En cada una de ésas historias, hay imágenes y sueños. Son vidas, vidas robadas. Vidas acabadas por la violencia de un hombre. Bueno no, lo digo bien, lo escribo bien.
No de un solo hombre se trata, no de una sola vida. Son muchas, hay muchas vidas detrás. También hay muchas vidas detrás de la que se asesina. Pero es como si uno solo, como gran monstruo de mil cabezas, como este sistema de mierda que tantas caras tiene, me estuviera haciendo todo esto… Haciéndome sentir así, tan piedra, en el suelo tirada, queriendo ser tierra.
Tierra fértil, mujer tierra.
Mujer muerta. Cientos de historias. Y cada una atravesada en mi garganta.
Nos humillan, nos insultan, nos silencias, nos someten, nos mutilan, nos maltratan,
nos utilizan, nos manipulan, nos ignoran, nos violan, nos violentan, nos anulan…
Nos matan.
Y son sólo cifras, que pasan a la historia en una pinche carpeta de este estado corrupto repleto de hombres que también matan, que humillan, que ignoran, que someten…
Me duele las entrañas… Me queman por dentro. Es como si fuera a echarme a arder y no voy a poder apagar ésa llama. Y voy a quemarlo todo con toda este fuego, como nos quemaron a nosotras, como mataron a todas mis hermanas.
Mi cuerpo se queja, tumbado aquí en la tierra, sin nada de abrigo, sin nada de ropa. Estoy muerta…
Me duelen los huesos.. es como si tuviera el peso encima de toda la Tierra.
Esta Tierra quejosa, mi Gran Madre, que tiembla pesada y dolorida como yo.
Como yo y miles de millones de mujeres en todo el mundo. Mutiladas, maltratadas, sometidas, violadas, insultadas, anuladas, esclavas… Muertas.
Son mis muertas.
Mis hermanas muertas.
A las que han asesinado solo por ser mujeres. Solo por haber nacido con vulva, útero, vagina y coño (llámalo como quieras). Solo por sangrar cada mes y poder crear l@s hij@s de esta Gran Madre, la Tierra.
Me pesan las piedras… las historias de la garganta. Son cada vida y cada día de ésas muertas. Cada emoción suya, cada sueño, cada lágrima.
Me quedo sin voz… No porque no tenga fuerzas.
Soy la creadora y la destructora, claro que tengo fuerza, de mi naciste, de mi te alimentaste.
De mí viviste.
Si, Soy la Gran Madre,
y soy hija de esta Tierra.
Llevo su semilla en mi vientre, y su fuerza. Y su amor.
Y su caos y equilibrio.
Tempestad y truenos que devoran.
Océano sin fondo.
Sangre que crea.
Me quedo sin voz porque las palabras no tienen crédito, ni forma.
Porque no hay consuelo, ni comprensión.
Porque las luces se apagan y no hay formas de volver a encenderlas. “Enciende otras”, dirán. El universo acabará apagándose igualmente, aunque haya cientos de estrellas encendidas.
Y no hay formas de encenderlas.
Ya no vuelven.
Porque están muertas.
Porque yo también estoy muerta, todas nosotras, y tú también.
cierto todo lo que dices, y aunque esté escrito en tono poético, es verdad!! en el genoma lo llevamos, en los átomos! está demostrado científicamente! no ignoremos el sufrimiento ajeno porque en realidad es nuestro. nos vemos en unas horitas 😉